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En la misma tradición europea, es 1968 el punto de inflexión que nos libera de la estrategia de los dos pasos. Pese a ello, los tiempos posteriores han sido de relativa orfandad (Arrighi et al 1999), en la que periódicamente reemergen los intentos por tomar el Estado para cambiar el mundo, o en sus peores versiones para gestionar de manera más justa lo existente.

En referencia al paradigma de la transformación en dos pasos, tanto las vertientes revolucionarias como las reformistas fueron experimentadas. En ambas, sugiere Holloway (2002), se puede inferir un incremento en la seguridad material y cierta disminución de la desigualdad, pero las experiencias comunistas colaboraron muy poco en favorecer el proceso de autodeterminación de sus sociedades, mientras que las socialdemócratas nunca tuvieron esta pretensión.

En las experiencias que han priorizado la toma del poder estatal, subyace una visión instrumental sobre la naturaleza capitalista del Estado. Un instrumento que puede ser poseído y manipulado por una clase o por otra, y en consecuencia de ello cambia su carácter. El error ha sido comprender equivocadamente el grado de integración del Estado en la “red de relaciones sociales capitalistas” (Holloway 2002). Sólo para dar un ejemplo, los hechos contrastan con las intenciones leninistas planteadas en la idea de “proceso de extinción”, durante la revolución soviética en cuatro oportunidades se cambió la constitución, cada una de ellas supuso el aumento de la presencia estatal en la regulación política de la sociedad.

Nada impide, y la experiencia así lo demuestra, que las luchas centradas en la toma del poder estatal puedan afectar algunos de los mecanismos de dominación capitalista. Por consiguiente trasladar beneficios materiales, culturales y políticos para los sectores subalternos. No obstante ello, la racionalidad que supone la estrategia de transformación estadocéntrica, en tanto forma política anti - autodeterminación social, presupone la derrota de este objetivo antes del comienzo. Sin autonomía la iniciativa popular queda asfixiada. El camino recorrido por la experiencia soviética va en este sentido: de los soviets a la estatización de la política, de la gestión directa de los productores a la nacionalización y estatización de la economía, por ende, una vez más, separación entre productores y medios de existencia (De Angelis 2012).

Las debilidades de las estrategias estadocéntricas no implican necesariamente que aquellas luchas que logren eludir la toma del poder estatal serán victoriosas. Algunas experiencias enmarcadas en las estrategias inequívocamente antiestatales requieren, en mi entender, un ajuste en torno a cierta tendencia a obviar la importancia del poder estatal en nuestras sociedades, tendiendo a una actuación política “como si el poder estatal no existiese”. Estoy refiriéndome sobre todo a un antiestatismo puro o ideológico, que se completa al negar la dominación y el poder estatal, pero que se torna ineficaz para

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producir formas de autodeterminación política que ayuden debilitar o deformar el monopolio político de Estado. En estas posturas se solapan, en formas pretendidamente horizontales, desigualdades en el proceso de toma de decisiones y en el ejercicio de autoridad. Nos atraviesan diferencias que, si no se reconocen, si se obvian, terminan por naturalizarse produciendo un resultado similar al de aquellos que las justifican o las toleran. Hay en este antiestatismo de la igualdad una despreocupación por las formas de autorregulación, invocando a una especie de estado natural de las personas que pueden vincularse sin establecer distinciones y jerarquías.

Por consiguiente, a partir de las reflexiones precedentes propongo un ajuste a la forma binaria de pensar la relación de las estrategias de transformación y la forma política Estado que surge de las experiencias de luchas sociales que me encuentro estudiando, y entiendo constituye uno de los desafíos fundamentales de la actualidad. Sostengo la necesidad de pensar las “luchas sociales y sus estrategias de transformación de manera no estadocéntricos, aunque no necesariamente antiestatales”. Me propongo alimentar dicha forma esbozada inicialmente por Raquel Gutiérrez en su propuesta de horizontes comunitarios-populares. Gutiérrez (2015) señala con nitidez los límites de la apuesta nacional–popular, oponiendo la necesidad de potenciar y proyectar las dinámicas sociales que se asientan en las formas comunitarias de gestión colectiva de medios de existencia, en tanto horizonte emancipatorio. Ello supone la negación de la integración de los procesos de autodeterminación social en los estrechos marcos de la política estatal, desalentando todas formas políticas escindidas del cuerpo social, la cual se autodetermina en base a los problemas de la reproducción de la vida y eventualmente su vínculo con las instituciones estatales están siempre subordinada y justificada en la extensión de la autonomía social de la comunidad política. Para lo cual propone destinar los mejores esfuerzos en la construcción de órganos propios de contra poder y/o autogobierno, extendiendo la democracia más allá del Estado y la reapropiación y cuidado de la riqueza, más allá de la estatización y nacionalización.

En este sentido, lo que emerge en reiteradas experiencias de las luchas pasadas es la existencia de una “política de producción de mandatos”, donde el que manda y el que obedece participan de espacios diferentes, suponiendo la inversión de los lugares de cada uno en el momento de la producción del mandato y su sostenimiento.

3. PRODUCCIÓN DE MANDATOS POPULARES ASENTADOS EN POLÍTICA DE PARTE

Por cuestiones de espacio, no me detendré a describir las luchas pasadas estudiadas, lo que me interesa es compartir algunas claves que emergen de una reiterada intencionalidad, la que supone el

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establecimiento de mandatos populares con el objetivo de extender la autonomía social de los sujetos en lucha más allá de los ámbitos propios – de parte (sindicatos, movimiento de mujeres, luchas ambientales o en defensa de bienes comunes). Incluso como forma de incidencia en ámbitos de las instituciones estatales, sin pretensión de ocupar dichos espacios ni de abandonar los propios. Esta política de mandatos supone el ejercicio de alterar las relaciones de mando obediencia, desplegando una lucha escalonada y decisiva para hacer que quienes gobiernan lo obedezcan, incluyendo en este esfuerzo la creación de mecanismos permanentes, para garantizar el mandato.

En su producción, los mandatos contienen una doble dinámica. Por un lado, la producción del mandato, una decisión política meticulosa sobre un asunto específico, o un conjunto de asuntos, y una forma de lucha para obligar a quienes gobiernan a obedecer el mandato, por ende alterando la relación mando – obediencia durante el mandato. Por otro, la creación de mecanismos para sostener el mandato. En ambas experiencias, estos se proyectan como instituciones populares de carácter autónomo y con vocación de contra poder, aunque su funcionamiento es frágil e intermitente.

La política de producción y sostenimiento de mandatos es, por tanto, una estrategia de lucha anhelada y parcialmente ensayada, y posible de asemejar a la idea de lucha combativa que Rosa Luxemburgo (2015) planteó en sus debates con la socialdemocracia alemana en los primeros años del siglo pasado, oponiendo ésta a la lucha meramente demostrativa que la mayoría socialdemócrata impulsada en su acción sindical. Este debate se repitió entre los sindicalistas uruguayos de 1960. La concepción demostrativa, al igual que la estrategia centrada en la demanda, despliega la fuerza propia, pero cede la resolución definitiva a quienes gobiernan, espera de ellos una decisión que dé respuesta a sus demandas, no alterándose la relación mando – obediencia. En este proceso, se internaliza la relación entre una parte carente, que demanda e intenta disponer fuerzas para cumplir esa demanda y otra potente que provee. En muchos casos, esta opción va acompañada de un movimiento velado que presupone que la lucha social cumple la función de desgastar a los gobernantes de turno esperando sustituirlo para otros más afines o mejores en la próxima rotación electoral, derivando a este terreno la resolución final del antagonismo que expresa la lucha social. En la estrategia combativa se disponen las fuerzas para una resolución definitiva en base a lo que se quiere sobre ese asunto específico, se desconoce la exclusiva legitimidad de las autoridades formales y se busca imponer lo que se propone por medio de la lucha social desplegada, gradual o escalonada y definitiva.

Para el sostenimiento del mandato, las dos luchas estudiadas procuran instalar organismos permanentes nuevos, que no son las propias organizaciones o conjunto de organizaciones que impulsan la producción del mandato. En la experiencia sindical de los sesenta en Uruguay, a partir del Congreso

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del Pueblo se conforma una Asamblea Representativa Nacional de 72 miembros, respondiendo a una cuidadosa articulación de las partes que participaron del Congreso (obreros y obreras, estudiantes, cooperativistas, comerciantes, profesionales, referentes de la cultura y las artes, etc.). Un equilibro extremadamente meticuloso, de partes diversas. En la reforma constitucional del agua, además de establecer el derecho humano a la misma y responsabilizar al Estado de su garantía, se establece que deben existir mecanismos de gestión social del mismo. Así surgen las denominadas Comisiones de Cuenca, establecidas a partir del plebiscito que se gana en 2004. No obstante ello, en el proceso de reglamentación, la forma que finalmente se le da a dichas Comisiones altera la intencionalidad de quienes impulsaron la consulta. Se establece una relación extremadamente desigual entre los usuarios del consumo de agua potable y los otros actores que participan, básicamente dependencias estatales y emprendimientos productivos que se vinculan a la cuenca, 7 en 21. A ello debemos sumar que sus decisiones no son vinculantes y se le adjudica funciones asesoras. En este caso, podemos ver con claridad cómo el Estado, como mecanismo anti-autodeterminación, no sólo se presenta en el momento de la toma de decisiones, sino que, incluso cuando logramos afectar el monopolio de la decisión política, es capaz de desplegar un segundo carácter monopólico asentado en su función administrativa. En la forma que se da para reglamentar la decisión del plebiscito, a base de sus funciones burocráticas, tecnocráticas y sistema de justicia separado del cuerpo social, el Estado vuelve a dejarnos fuera del proceso de autodeterminación.

Uno de los aprendizajes que emerge de las luchas por el agua es que no basta, no es suficiente la intervención en la toma de decisiones, sino que es también necesario establecer mecanismos propios que nos garanticen que esas decisiones que hemos tomado se van a cumplir. La trabajosa victoria del plebiscito de 2004 no fue condición suficiente para resguardar la calidad del agua para consumo humano para las generaciones presentes y futuras. Para que el sostenimiento del mandato se logre es necesario un proceso de organización propia, autónoma, con las capacidades necesarias para hacer cumplir el mandato. En el caso del agua, la dinámica es muy clara: el plebiscito se gana en 2004, la ley se reglamenta en 2009 y las Comisiones de Cuenca se convocan por parte del Estado frente a casos graves de contaminación a partir de 2013. No existió capacidad, en ese momento, por parte quienes lucharon por el agua, de hacer funcionar las Comisiones de Cuenca antes, con una integración favorable a los intereses de los usuarios y haciendo vinculantes sus decisiones. Claro que los factores que incidieron en ello no son exclusivamente propios. No era nada fácil desafiar la legitimidad de un gobierno progresista en sus primeros años de hegemonía robusta.

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Atendiendo a las luchas estudiadas, puedo afirmar que los asuntos tendientes a sostener el mandato son donde encuentro mayores debilidades. En la experiencia sindical, la Asamblea Representativa Nacional sesionó en un par de oportunidades durante 1965, diluyéndose progresivamente y, en las luchas por el agua, las Comisiones de Cuenca muestran las limitaciones importantes que hemos señalado. Pese a ello son estos mecanismos permanentes los que tienen la cualidad de sostener el proceso de autodeterminación social, de hacer de la producción de mandatos una forma política de insubordinación, que tenga condiciones de permanencia más allá del momento de desborde, que es claramente identificable en la instancia en donde se produce la decisión política. ¿Cuál es la materialidad que permite sostener el proceso de insubordinación? Este se torna asunto central para pensar en formas extendidas de producción de mandatos. Las dificultades concretas para sostener los mecanismos, en las dañadas y precarias tramas de la vida del mundo popular, es un asunto de primera relevancia, sobre todo porque quienes mayormente participan, de estos mecanismos de sostenimiento del mandato, son trabajadoras y trabajadores, con su tiempo y energía vital destinado al trabajo asalariado y al reproductivo.

En los variados esfuerzos de transformación social encontramos una dificultad reiterada, la discontinuidad entre autodeterminación social y revolución (Rodríguez 2018). La primera necesariamente se afinca en una política de parte mientras que la segunda pretende ordenar una nueva totalidad, un renovado “universal positivo” y esto lleva necesariamente a la jerarquización. Este es uno de los problemas sin solución a la luz de la experiencia revolucionaria del siglo XX: la transición de parte a totalidad. La necesidad de su existencia, la renuncia o no a la pretensión moderna de totalidad, las formas de articulación de partes sin centralidad y sin subordinación de una sobre otra, la posibilidad de constitución de instituciones políticas de gestión de los medios de existencia no centralizadas, ni jerarquizadas, ni separadas del cuerpo social. ¿Es posible una constelación de partes autodeterminadas, con capacidad de deliberación y coproducción del sentido que las vincula de manera incluyente como horizonte político? ¿Es posible que el impulso de la autodeterminación pueda regir las diferentes temporalidades y ritmos de un proceso revolucionario o solamente tiene la cualidad de medio e instrumento para los momentos excepcionales, donde su estabilización requiere prescindir de este carácter? Estos, entre otros, son tópicos aún irresueltos, si partimos de la base de comprender la discontinuidad mencionada, y conforman algunas de las debilidades principales al momento de pensar estrategias de transformación que tomen como punto de partida una política de parte.

Detengámonos en la idea de política de parte. Rodríguez (2018) la trabaja como sinónimo de política de clase y lo realiza desde una perspectiva que comparto plenamente, oponiéndola a la política

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de Estado, de totalidad. Se deslinda de la idea de clase como sujeto único, primordial, de la política moderna y la concibe desde la tradición Thompsoniana como making, un “hacerse”, “producirse”. Pese a ello, entiendo que hablar de política de clase tiene una dificultad y es no dar cuenta plenamente de los diferentes elementos que coagulan la amalgama de dominación: patriarcal, colonial y capitalista (Gutiérrez et al 2018), o al menos opacar algunos en contraposición de otros. Por consiguiente, me quedo con la idea de política de parte, a sabiendas que puede despertar una connotación contradictoria a lo que quiero desarrollar, concebir la parte como sector. No es esto lo que quiero señalar cuando me refiera a política de parte, sino a la dinámica de autodeterminación de partes y, a la vez, a la pretensión de reequilibrio de las existentes, también el Estado.

La parte es un “nosotros concreto” (Gutiérrez 2014). Por lo general, hacemos política a partir de la distinción, ordenamos a partir de lo que nos es idéntico o diferente. Esta perspectiva nos desafía a pensar la política a partir de lo que nos es común y nos diferencia. Lo común no es a partir de una identidad, por ello la parte no es sector. Una parte no son las mujeres, o los y las indígenas, o las y los obreros, sino formas particulares de estos en tanto que están autoorganizados, que determinan su parte. Por ejemplo, sería igual de torpe pensar que el movimiento feminista es una parte como lo fue pensa r que el movimiento obrero lo era. Hay que dar cuenta del punto de la fragmentación, no necesariamente para superarlo en la creación de unos/unas – unidad, en tanto fusión, sino de su cooperación, articulación, ensamblaje. Una parte es un proceso organizado de autodeterminación, un colectivo o una red de colectivos de mujeres, los pueblos indígenas de la sierra norte de Puebla que resisten a la minera, etc. Y también puede constituirse una parte aún más grande que vincule a muchas de manera autodeterminada como lo fue el Congreso del Pueblo de 1965 en Uruguay.

Desde la política de parte concibo a las sociedades modernas como “un desordenado conjunto de fragmentos antagónicos subordinados por el capital y unificados ilusoriamente en totalidades aparentes por el Estado” (Gutiérrez 2009: 29). Desde esta perspectiva, coincidente a su vez con el planteo desarrollado en el apartado sobre el monopolio político del Estado, éste es comprendido como una parte con pretensiones de totalidad, su carácter de universal – positivo es ilusorio. Y el mantenimiento de dicha ilusión radica en la negación del desarrollo autónomo del resto de las partes, otras formas de gobierno, autoridad y organización que no se mueven en su espejo y que la desafían. Uno de los elementos distintivos es que dichas partes no pretenden nunca encargarse de la totalidad, no tienen pretensión universal.

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Autodeterminar meticulosamente la parte e incidir en el reequilibrio entre partes contradictorias es el doble movimiento característico de la política de parte. El que ensayaron los sindicalistas uruguayos en el Congreso del Pueblo, o en los intentos por imponer los planes de acción.

Como se comprenderá, no partimos de una situación totalizada que es necesario destotalizar sino del reconocimiento del fragmento, del reconocimiento de la pretensión de totalidad y por ende también de su ilusión. El Estado también es una parte, puede incluso ser la parte dominante, mayormente lo es, pero también es posible identificar pueblos, comunidades, sociedades u otras formas organizativas, donde dicha parte disputa contradictoriamente existencia y legitimidad con otras formas políticas.

En tanto las partes perduran en su fuerza y visibilidad, el Estado no es el todo y el carácter ilusorio de su pretensión de totalidad y universalidad queda al descubierto.

¿Cómo pensar formas en donde las partes se articulen o ensamblen sin jerarquización, sin pretensiones de dominio o totalidad? ¿Es posible pensar una pluralidad de partes potentes sin supremacía de una sobre otra? La posibilidad de potencia de las partes está directamente vinculada a poder establecer estos dos elementos claramente, sobre el primero, las cuestiones comunes, las experiencias del siglo pasado han sido creativas en este sentido, asociaciones, sindicatos, c ooperativas; como bien señala Rodríguez no existe parte sin sus instituciones. En el segundo caso, las diferencias y su gestión no jerarquizable, mayormente el naufragio.

La política de la demanda se articula maravillosamente con la política de Estado, por el contrario a la política de parte le corresponde la política del mandato, o sea, de alterar la relación de mando generando condiciones para que los gobernantes obedezcan. En la experiencia del Congreso del Pueblo se puede ver con claridad en el sentido expresado en “hacer para que hagan”.

La experiencia del Congreso del Pueblo y de las luchas sindicales de finales de los sesenta a mi modo de ver pueden ser comprendidas como política de parte. No les interesa ocupar el lugar del Estado, dan forma meticulosa a la parte propia, fortalecen sindicatos de base, crean nuevas agrupaciones y tendencias, crean sus propias instituciones y establecen lo común en el programa y el plan de lucha. Producen el ejercicio deliberativo del Congreso, que puede ser comprendido como una notable experiencia de ensamblaje de partes, grupos sociales y corrientes de opinión diferentes. Es importante recordar que el clima de época del Congreso está marcado por la unificación sindical, que de por sí suponía un ensamblaje complejo que fue realizado con particular acierto y creatividad. Dos elementos son destacables aquí; el respeto meticuloso de la autonomía de cada sindicato y tendencia (parte) y el compromiso mutuo de cumplir los acuerdos logradas y mantenidos a través de un

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mecanismo de coordinación entre partes. Dirá Gatti (s/f): “Con garantía para todas las organizaciones y con representación en los cargos permanentes de todas las tendencias y actividades sindicales” (Cores 1997). Nótese que, en la dinámica de lo común y las diferencias, estas últimas no se obvian, no se suspenden y tampoco se les da una representación proporcional, sino que se las integra, en un equilibrio que siempre es conflictivo y precario, pero que da cuenta de una forma de trabajar las diferencias sin jerarquización, al menos no de manera total o plena.

Por otro lado, la capacidad de dar forma a la parte en tanto procesos de fortalecimiento de la autonomía también fue una preocupación central, al menos en los gremios de Tendencia. El propio Gatti en una columna de Marcha (9 de abril de 1965) lo definía de esta manera: “Para los tiempos que el país vivirá, los sindicatos deberán jugar como fuerza en sí, no para ayudar a irse o a venir a nadie, sino para ser un factor poderoso, ellos mismos, directamente, protagonistas de nuevos tiempos que aquí, luchando vendrán”.

Con respecto a la lucha contra la privatización del agua, el plebiscito logró producir un reequilibrio entre partes, fundamentalmente obligando al Estado a no privatizar. Pero la capacidad de dar forma autónoma a la parte, por ejemplo las Comisiones de Cuenca, grupos de vecinos que se movilizaron contra la privatización, fue mucho menor. De hecho, las comisiones se activan a partir de problemas graves de contaminación, varios años después del plebiscito. Un elemento sí fue relevante en la persistencia de la parte con su notoria debilidad, el funcionamiento mantenido de la CNDAV, sostenida en oportunidades con muy pocos militantes.

A la luz de la experiencia, y pese a existir una gran tradición de participación de parte en la gestión de diferentes políticas estatales en Uruguay, es necesario sostener ámbitos u organismos autónomos y potentes para la gestión de los medios de existencia desde los espacios de lucha. Este requerimiento plantea una discontinuidad con lo que históricamente se ha concebido en Uruguay para estos espacios, más bien reivindicativos y centrados en una política de la demanda.

Las experiencias de luchas sociales estudiadas, así como la reflexión teórica en torno a su relación con la política de Estado, brindan pistas para repensar las alternativas en el presente. Frente a los límites de las experiencias progresistas, de cara a la confusión y creciente frustración que el proceso de derechización regional coloca, quiero dar cuenta de la potencia que supone ir a preguntarles a nuestros antepasados sobre sus luchas, sobre lo que se propusieron, sus conquistas y lo que quedó en el camino. En las luchas sindicales de los sesenta, y por el agua del dos mil, relampaguea una forma política no estadocéntrica de producción de mandatos populares, afincada en una política de parte que entiendo pueden ser de gran utilidad para los tiempos que corren.

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AUTOR:

Diego Castro Vilaboa

Docente en la Universidad de la República de Uruguay y estudiante del doctorado en Sociología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Investiga sobre luchas sociales y movimientos sociopolíticos en Uruguay y América Latina. Forma parte del colectivo comunicacional Zur.

E-mail: d.castro23@gmail.com

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PENSAR EL TERRITORIO Y SUS RECONFIGURACIONES EN CONTEXTOS DE LUCHAS CONTRA EL EXTRACTIVISMO MINERO; EL CASO DEL VALLE DE OAXACA, MÉXICO

Úrsula Hortensia Hernández Rodríguez Benemérica Universidad Autónoma de Puebla (BUAP)

RESUMEN

En este artículo doy cuenta de la experiencia de lucha y articulación de comunidades del Valle de Oaxaca contra la actividad minera, me centro de manera particular en el caso de San José del Progreso, municipio de los Valles Centrales de Oaxaca y, a partir de esta experiencia, muestro las distintas construcciones y reconfiguraciones territoriales que, en el contexto de lucha contra el extractivismo minero, emergen.

Palabras claves: Minería. Valles Centrales de Oaxaca. Territorio

THINK THE TERRITORY AND ITS RECONFIGURATIONS IN CONTEXTS OF FIGHTS AGAINST MINING EXTRACTIVISM: The case of the Oaxaca Valley, Mexi co

ABSTRACT

In this article I give an account of the experience of struggle and articulation of communities of the Valley of Oaxaca against the mining activity, I focus in a particular way in the case of San José del Progreso, municipality of the Central Valleys of Oaxaca and from this experience I show the different constructions and territorial reconfigurations that emerge in the context of the struggle against mining extractivism.

Keywords: Mining. Valles Centrales de Oaxaca. Territory.

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RODRÍGUEZ, Úrsula Hortensia Hernández

PENSAR EL TERRITORIO Y SUS RECONFIGURACIONES EN CONTEXTOS DE LUCHAS CONTRA EL EXTRACTIVISMO MINERO …

LA REGIÓN Y LA ARTICULACIÓN COMUNITARIA CONTRA EL EXTRACTIVISMO MINERO

El estado de Oaxaca se ubica en el suroeste mexicano. Junto con estados como Guerrero y Chiapas, concentra el porcentaje más alto de población indígena, lo que imprime características culturales y dinámicas sociales particulares; un ejemplo de esto es la posesión de la tierra/territorio. En el estado de Oaxaca el 34% de la población habla alguna lengua materna, esto ilustra la riqueza cultural que lo caracteriza. El estado está dividido en ocho regiones, una de éstas es los Valles centrales que se compone por 121 municipios, 38 de los cuales tienen un porcentaje mayor al 40% de población indígena, en los Valles Centrales se ubica la ciudad de Oaxaca de Juárez, capital del estado.

La minería en los Valles Centrales de Oaxaca es una actividad con una larga historia, uno de los distritos mineros más importantes fue descubierto en 1580 y tuvo una producción irregular durante los siglos XVII, XVIII y parte del XIX: la mayor producción ocurrió entre 1885 y 1913. Si bien la actividad minera no es ajena a esta región ésta se caracterizó, en palabras de las y los pobladores, por ser una actividad artesanal. El recuerdo de esta actividad de pico y pala hoy contrasta con la nueva ola extractivista que sacude la región, que se caracteriza por su escala, el uso de tecnología que permite una mayor explotación en menor tiempo y el aumento en su capacidad de devastación (ambiental y social) (Hernández 2014).

En los Valles Centrales, el gobierno federal, sin consultar a los pobladores, ha otorgado 112 concesiones mineras, lo que equivale a 211,428 hectáreas (22% de la región de los Valles). Las empresas Fortuna Silver y Gold Resource han sido beneficiadas con el mayor número de concesiones; la primera, de origen canadiense, cuenta con 32 y la segunda, de capital estadounidense, tiene 22 (Martínez, Hernández, Fini, Álcantara y García 2018). Actualmente, Fortuna Silver Mines opera el proyecto San José, en el municipio del mismo nombre, del cual extrae oro y plata.

La importancia del Valle de Oaxaca radica en su capacidad de producción agrícola. En 2010 fue una de las cuatro regiones con mayor producción, cerca del 12% de la producción estatal provino de la región; maíz, tomate, frijol y hortalizas son los alimentos que más se cultivan en el Valle de Oaxaca. Considero importante señalar que en contraste con otros estados del país, gran parte de la producción agrícola en estados como Oaxaca y específicamente en regiones como el Valle es de pequeña escala.

La agricultura, en los Valles Centrales, es la base de un sistema complejo que determina, en

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RODRÍGUEZ, Úrsula Hortensia Hernández

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gran medida la identidad de un amplio sector de la población en la región. Junto con la agricultura se reproducen, no sólo los alimentos necesarios para el sostenimiento material de la vida, también se reproduce un vínculo con el entorno que posibilita y refuerza un complejo sistema simbólico que en muchos momentos y aspectos desafía la lógica y mediación capitalista. De lo anterior dan cuenta los siguientes testimonios de pobladores de comunidades del Valle de Oaxaca afectadas por concesiones mineras:

Para nosotros la tierra es nuestra madre, porque de ella vienen nuestros alimentos, el lugar donde estuvieron explorando (trabajadores de la empresa minera Plata Real), de ahí viene el agua para consumo humano; el agua potable, de ahí viene la vida para la comunidad…la tierra es de nosotros como fue de nuestros ancestros, los antepasados nos enseñaron como defender la tierra, como protegerla y es lo mismo que inculcamos a los niños que vienen 1

Mi nombre es Natividad, yo siembro verduras, chepiles, orégano y flores, de la siembra me vivo, de ahí saco para mi consumo, la siembra es mi fuente de sobrevivencia. Yo no dejaría de sembrar, ya me acostumbré, me gusta estar en el campo, yo estuve hace muchos años, cuando era joven, de encargada en un centro de salud no de acá, sino del otro pueblo, y hubiera podido estar de encargada en una farmacia, pero me quede aquí (en el campo). A mí me gusta sembrar porque de ahí come uno, nace cuanta planta, verdolagas, quelites, todo, nopalitos, o sea todo lo tengo a la mano, no lo compro, me gusta, en cambio si yo no cultivara, si no regara, si no hiciera nada, tendría que comprar todo2 .

Hoy la expansión de la actividad minera en los Valles Centrales, amenaza la capacidad de comunidades indígenas y campesinas de poder generar sus propios alimentos, de decidir sobre el futuro de sus territorios, bienes naturales y con éstos el futuro de su vida comunitaria. Frente a esto, las comunidades de los Valles Centrales se organizan, hacen público su rechazo a la actividad minera, despliegan luchas que ponen en el centro la vida que cerca y amenaza la minería.

El 22 de julio de 2018 en la comunidad de San Antonino Castillo Velasco, alrededor de treinta comunidades constituyeron la Asamblea de los Valles Centrales contra la minería. Este momento resume un trabajo organizativo de largo aliento en que convergen comunidades y organizaciones de base comunitaria. Detrás de esta Asamblea hay reflexiones colectivas y comunitarias derivadas de un proceso de lucha contra la minería, hay proyectos de vida y hay proyectos políticos emergentes.

La constitución de la Asamblea aglutina las luchas comunitarias contra la minería en la región, pero, sobre todo, cumple la función de hacer público un cúmulo de agravios compartidos y derivados de la llegada de las empresas mineras. La Asamblea rompe la idea de que las problemáticas que llegan a las comunidades con la actividad minera son un asunto aislado. Muestra por, el contrario, que la vivencia compartida de estas problemáticas es la constante y también muestra que frente a este embate,

1 Entrevista a comunero de Magdalena Teitipac/Junio 2018.

2 Entrevista realizada en la comunidad de Tilcajete/abril 2018.

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las comunidades se unen, se organizan y luchan. El siguiente testimonio de doña Josefina, autoridad agraria de una de las comunidades que integran la Asamblea, muestra la importancia de la “unión” para la lucha regional:

Me da mucho gusto ver que ya participan comunidades que antes se hacían sordas a los problemas que hay y ahorita me da mucho gusto ver a otras comunidades que están más lejos. Me gustaría ver más y yo también pondré algo de mi parte; de salir a invitarles porque digo así unidos ganaríamos mucho y tal vez hasta la cancelación de esas concesiones y tal vez vivir en paz, y con el agua limpia, en el campo uno necesita agua para sembrar, para los animales, para todo y digo es una vida más sana, pero si me gustaría que nos uniéramos más y si lograríamos eso porque nada es imposible cuando hay unión 3

Uno de los momentos más importantes para la Asamblea ocurrió el 11 y 12 de octubre de 2018, cuando convocaron, junto con organizaciones sociales, a un juicio político contra las empresas mineras y el Estado mexicano. A esta convocatoria respondieron ciudadanos y autoridades de 52 comunidades del estado de Oaxaca y se presentaron 22 casos de violaciones a los derechos humanos, acompañados de las pruebas que sustentaban las denuncias. El juicio tenía como fin denunciar las múltiples violaciones a derechos humanos por parte de las empresas mineras y el Estado, pero sobre todo tenía el objetivo de hacer público, de forma colectiva y contundente, su rechazo a la actividad minera.

1. VIVIR LA MINA; EL CASO DE SAN JOSÉ DEL PROGRESO

Dentro de la treintena de comunidades que conforman la Asamblea, voy a dar cuenta de la experiencia de San José del Progreso. Comunidad esta que, a través de la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán (CPUVO), ha hecho frente a la actividad minera dentro de su territorio. Después de diez años de que la empresa minera canadiense Fortuna Silver Mines llegó a su comunidad, las y los integrantes de la CPUVO siguen como ellas y ellos mismos dicen; luchando por la vida y contra la minería (3).

Fue en 2008 cuando pobladores de San José del Progreso comenzaron a percibir la llegada de gente extraña, de movimiento en el pueblo4, esto último derivado de la entrada y salida de vehículos ajenos a la comunidad. En palabras de una habitante:

Fue ahí cuando la gente comenzó a alertarse de qué es lo que estaba sucediendo, en una

3 Entrevista realizada a integrante de la CPUVO/Octubre 2018.

4 Entrevista realizada a integrante de la CPUVO/Octubre 2018.

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Asamblea en la que estuvo el presidente se le preguntó qué estaba pasando, él dijo que desconocía el tema, que no sabía que estaba pasando, pero era mentira porque él sabía de la empresa Cuzcatlán (nombre con el que opera Fortuna Silver Mines en San José del Progreso) 5

La forma en la que se condujo la empresa minera a su llegada a San José del Progreso, la falta de consulta a la población y la poca transparencia del proceso por parte de la autoridad municipal son algunos de los elementos que dieron origen a la fuerte división comunitaria que hoy se vive en San Jos é del Progreso. Es común escuchar por parte de pobladores de San José que hay dos pueblos, dos comunidades, dos fiestas patronales, dos de todo6, esto en alusión a la división entre quienes apoyan y rechazan la actividad minera. Hoy San José del Progreso es una comunidad dividida, la división alcanzó no sólo la vida comunitaria, también logró calar los espacios más íntimos como es el espacio familiar. En San José es imposible pensar en una Asamblea comunitaria y en una familia que no se encuentre separada o bien no haya tenido que sortear la división derivada del conflicto que generó y genera la operación de Fortuna Silver Mines en su comunidad.

Además de la división comunitaria San José ha tenido que enfrentar múltiples violencias inherentes al proceso de despojo y expansión del capital.

El 16 de marzo de 2009, frente a la falta de información y la poca claridad sobre el proyecto minero, pobladores de la cabecera municipal, junto con habitantes de las agencias municipales y comunidades vecinas tomaron por más de 50 días la mina San José, también conocida como la Trinidad. Lejos de que está acción abriera la posibilidad de un diálogo o canales de información, el Estado mexicano, a través de la policía estatal y federal desplegó un operativo para desalojar a lo s hombres y mujeres que mantenían tomada la mina. En un boletín de la dirección de comunicación social del gobierno del estado se informó que: a petición expresa de las autoridades municipales y de los concesionarios de la mina7, se realizó el operativo de desalojo. Sobre cómo habitantes de San José vivieron el desalojo de la mina da cuenta el siguiente testimonio:

Aquí realmente se ha notado la fuerza del Estado contra nosotros, sufrimos un desalojo realmente tremendo, llegaron acá como 1500 elementos de todas las corporaciones, antimotines y todo, de una forma que créeme, traían motos para entrar en terrenos pesados donde no se puede entrar, creo que lo único que les falto traer fueron caballos porque perros, traían perros para echarnos los perros, realmente fue un desalojo tremendo, fue el 6 de mayo de 2009. Pero una de veras para reprimir a 100 personas realmente se vio mal el Estado porque nos golpearon, nos detuvieron, no sé a cuantas personas y nos hicieron de fea manera porque realmente lo que

5 Ibidem.

6 Habitante de San José del Progreso/junio 2018.

7 Periodico Noticias de Oaxaca 7 de mayo de 2009

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estábamos haciendo fue defender nuestros derechos8 .

La violencia en San José del Progreso se ha hecho presente en grados y formas distintas, una más institucionalizada relacionada con el uso de la fuerza pública por parte del Estado y otra vinculada al ataque directo a quienes de manera abierta han rechazado el proyecto minero.

El 15 de marzo de 2012 fue asesinado Bernardo Vásquez, una de las voces más críticas al proyecto minero y la figura visible de la resistencia. Bernardo fue emboscado junto a dos acompaña ntes cuando se dirigía de la ciudad de Oaxaca a San José del Progreso. Meses antes del asesinato de Bernardo Vásquez, el 18 de mayo de 2012, fue asesinado Bernardo Méndez, integrante de la CPUVO. En el Informe de la Misión Civil de Observación “Justicia para San José del Progreso”9 se menciona que este asesinato posiblemente se debió a una confusión entre Bernardo Vásquez y Bernardo Méndez. Aunado a estos asesinatos, 14 integrantes de la CPUVO han sido heridos por arma de fuego.

En el siguiente apartado trato de dar cuenta como se da la reconfiguración territorial, en un contexto de conflicto derivado del inicio de la actividad minera.

El territorio no es sólo un bien natural en disputa: su concepción, uso y carga simbólica define en grados importantes relaciones, identidades, y dinámicas comunitarias.

La construcción territorial que hacen los distintos actores que intervienen en un conflicto minero, como son las empresas mineras, el Estado y los y las pobladores, parte de concepciones, experiencias y cargas simbólicas distintas.

2. CONFIGURACIONES Y RECONFIGURACIONES TERRITORIALES EN CONTEXTOS DE EXTRACTIVISMO MINERO

Henri Lefevbre definió el espacio como una producción social, como el locus de la producción y la reproducción social (Ibarra 2012) Lefebvre sostiene que:

El espacio no es un objeto científico ajeno a la ideología o la política; siempre ha sido político y estratégico. Si el espacio tiene una aura de neutralidad e indiferencia en relación con sus

8 Testimonio de Poblador de San José del Progreso. San José del Progreso. Noviembre 2012, en U. Hernández, El conflicto minero en San José del Progreso, (p. 180). México: Vivir la mina: El conflicto minero en San José del Progreso y sus efectos cotidianos en la vida individual y la existencia colectica. Ruptura, contrastes, reconstrucciones y resistencias. Tes is de maestría, CIESAS, 2014 .

9 Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios (2013, noviembre). Justicia para San José del Progreso. Informe de la Misión Civil de Observación. México.

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contenidos y de esta forma parece ser “puramente” formal, el epítome de la abstracción racional, es precisamente porque ya ha sido ocupado y usado y ya ha sido el centro de procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje. El espacio ha sido moldeado y determinado a partir de elementos históricos y naturales, pero esto ha sido un proceso político. El espacio es político e ideológico. Es un producto literalmente lleno de ideologías (Lefebvre en Oslender 2010: 98).

El territorio es una configuración social del espacio, el espacio es una categoría amplia que puede materializarse a través de distintas construcciones sociales. Las construcciones territoriales son producciones sociales del espacio que implican formas particulares de relación entre los sujetos.

La disputa que hoy se da en San José del Progreso por el territorio es también una disputa por distintas configuraciones sociales del espacio, por distintas territorialidades, al respecto Merino señala:

El conjunto de elementos materiales y simbólicos que determinado bloque de poder (sujeto) pretende producir en el territorio de acuerdo con su proyecto político estratégico, lo que da lugar a configuraciones territoriales entendidas como formas particulares de apropiación, delimitación e identidad de un espacio en un momento histórico determinado (Merino 2011:109).

La construcción del territorio que hizo de Fortuna Silver Mines territorios mineros explotables, y que es reforzada por el Estado a través de concesiones mineras, está teniendo incidencia en las prácticas locales, a través de las cuales los pobladores de San José del Progreso construyen su territorio complejo. Entiendo por territorio complejo:

El espacio material y simbólico de asentamiento y creación de la historia y la cultura, así como de la construcción de utopías colectivas y alternativas societales, es el punto de partida de la construcción de identidades y el lugar donde se forjan las comunidades de destino, el origen de los significantes primarios, de la simbólica regional, el espacio de derechos, libertades y posibilidades para vivir y crecer en la propia cultura (Ceceña 2001:7).

El municipio es el soporte de la organización político-administrativa del Estado y, a partir de esta división, éste crea una particular forma de relación entre la población y el territorio. Esta división del territorio genera dinámicas de poder y tensión entre las localidades que integran un municipio y entre municipios vecinos. A esta construcción del territorio, los actores que lo disputan sobreponen construcciones emergentes que responden a sus contextos e intereses. Ejemplo de estas construcciones es la división territorial a partir de concesiones mineras. Pero también lo es la que construyen quienes se oponen a la actividad minera que, como especie de cartografía de la resistencia, dibuja nuevas divisiones, basadas en la posición que se asume frente a la minería.

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La explotación de bienes naturales por parte de corporaciones trasnacionales, como es el caso de Fortuna Silver Mines, genera nuevas geografías definidas por la existencia de bienes naturales, en este caso vetas mineras, como también por la existencia de concesiones mineras, que son específicamente las áreas de explotación minera. Estas nuevas geografías son interpeladas por quienes se oponen a la explotación minera, apostando a una geografía que va más allá de la división político - administrativa y que concibe el territorio como un territorio interconectado. donde lo que sucede en un lugar afecta a quienes se encuentran río abajo. El flujo del agua, la circulación del viento, la vulnerabilidad de la comunidad según su ubicación física; “arriba del cerro”, al pie del cerro o en el valle, no está determinada ni por concesiones mineras, ni por divisiones político administrativas. Se alimenta de formas particulares de concebir el territorio, por una cultura que da contenido a esta geografía que llamo emergente, no por el momento de su creación sino por el momento en que interpela a otras geografías. Emerge, se visibiliza en momentos determinados, como en el caso del conflicto minero. Al mismo tiempo que se construyen estas geografías se construye una geografía de las resistencias.

En la disputa sobre la definición del territorio se visibilizan formas contradictorias de pensarlo, construirlo y vivirlo. Para Fortuna Silver Mines el territorio es construido a partir no solo de su riqueza minera; vetas minerales, sino de la posibilidad de su explotación, a partir de concesiones mineras.

La construcción de territorios explotables, por parte de empresas mineras, no es otra cosa que el vaciamiento de los territorios existentes. Esto significa que en la valoración del territorio que Fortuna Silver Mines hace a partir de la posibilidad de la explotación de recursos minerales los territorios son despojados de sus fuertes cargas simbólicas, de sus historias propias, dejan de ser “lugares” (Escobar 2000). Los nuevos territorios mineros son vistos como territorios vacíos (Svampa y A. Antonelli 2010), sobre los cuales, desde la lógica dominante de desarrollo, no sólo es necesaria sino inaplazable la explotación minera. La nueva geografía del capital basada en concesiones mineras busca despojar a los territorios de su condición de territorios vividos, para presentarlos como territorios explotables.

Los efectos de la construcción territorial a partir de concesiones mineras por parte del Estado y las empresas impactan en distintas formas y grados a quienes los habitan. Una vez que se inicia la actividad extractiva, las relaciones y dinámicas comunitarias cambian. No obstante, los efectos de las nuevas territorialidades del capitalismo global no se visibilizan solamente a partir del inicio de la actividad extractiva aunque este constituye en el momento más idóneo para aprehender las

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consecuencias de estas nuevas construcciones territoriales. Los efectos de estas construcciones territoriales del capital son perceptibles antes del inicio de las actividades extractivas, esto es, desde el momento en que existe la amenaza, para los pobladores locales, de que su territorio se encuentre dentro de alguna concesión minera.

Considero que los efectos de la representación del territorio a partir de la riqueza minera son perceptibles incluso antes de que se inicie la actividad extractiva en una comunidad. Un ejemplo de esto es la sensación de vulnerabilidad e incertidumbre que produce entre los pobladores la posibilidad de que sus territorios estén dentro de alguna concesión minera.

El hecho de habitar zonas concesionadas genera incertidumbre entre los pobladores opositores a la minería, a la vez que los obliga a permanecer en alerta o, como ellos mismos dicen, “estar a las vivas”, ante la posible llegada de maquinaria, que es para muchos pobladores el aviso del inminente inicio de la actividad minera en su territorio.

El solo hecho de que palabras como concesiones mineras, potencial minero, empresas mi neras y recursos minerales (oro, plata) sean cada vez más parte del lenguaje común tiene implicaciones en la forma en cómo los pobladores comienzan a representar su entorno y la relación con él. Durante mi trabajo de campo, fue común escuchar que las y los opositores de comunidades vecinas (en donde no hay actividad extractiva) se preguntaran si su territorio estaba o no dentro de alguna concesión. Esta pregunta resulta representativa de cómo estas nuevas construcciones territoriales comienzan a impactar las cotidianidades de quienes por años y generaciones han habitado los territorios que hoy se construyen a partir de su potencial minero.

En el nuevo orden territorial del capitalismo términos como “regiones mineras”, “distritos mineros”, “lotes mineros”, “concesiones mineras” se vuelven de uso común por parte de empresas y del Estado. A partir de este nuevo lenguaje de valoración las empresas y el Estado generan representaciones dominantes del espacio (un ejemplo de son los mapas de concesiones) territorios controlados y subordinados a la lógica mercantil. Estas representaciones espaciales entran en confrontación con los “espacios de representación” que son espacios delineados por formas de conocimiento local que están saturados con significados y que han sido construidos y modificados en el trascurso del tiempo por los actores sociales que viven el territorio de manera cotidiana (Merlinsky 2009).

La construcción del territorio que hacen el capital - a través de la empresa minera - y el

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Estado, a partir de lo potencial extractivo busca generar las condiciones discursivas necesarias para legitimar la presencia de Fortuna Silver Mines en San José del Progreso. Esto al exaltar la necesidad de que la riqueza minera sea extraída ya que de lo contrario se convierte en riqueza desaprovechada.

La idea de que “áreas mineras”, mapas de recursos naturales “pintados” sobre territorios que los gobiernos y las empresas construyen, conducen a vacíos de historia y cultura está siendo resignificada por las y los pobladores. Ellos y ellas, sabedores de lo que significa habitar “áreas que ya están dentro de la mina”, tratan de reconfigurar la noción de territorio, donde lo que define los límites del territorio no son los límites administrativos sino el daño que la minería les pueda generar; lo importante en este contexto es si los pobladores son parte de un “área minera”, si están dentro de las “áreas concesionadas”, o si tienen vecindad con estas áreas ya que implica que tarde o temprano van a vivir los efectos de la actividad extractiva. Desde esta perspectiva, las secuelas de la actividad minera no se resienten solamente en el espacio físico y en el área próxima a donde se encuentra la mina que se explota, sino que se propagan “río abajo”, en comunidades vecinas, con repercusiones regionales. Las y los pobladores inician entonces la construcción de una nueva territorialidad que tiene como base la noción de afectados por la actividad minera.

La percepción del territorio como un espacio amplio, que excede los límites político - administrativos, se visibiliza a partir de la defensa de los bienes naturales.

La forma histórica como los pobladores conciben su territorio trató de ser silenciada por la geografía político-administrativa, sin embargo, hoy se visibiliza no sólo para dejar en evidencia que persiste, sino que también como elemento que favorece un proceso organizativo de resistencia regional. El “lugar” constituye el espacio desde el cual se interpela a la actividad minera. Sin embargo,

es la misma defensa de “el lugar” la que lleva a la construcción del territorio como un espacio amplio. Quien defiende su derecho a seguir teniendo agua en el pozo de la comunidad se ve obligado a defender no solo el pozo sino el territorio sobre el que pasa el río, el arroyo que abastece de agua el pozo de la comunidad.

La llegada de Fortuna Silver a San José del Progreso (y en general al Valle de Oaxaca) no se constituye en el momento en el que los pobladores opositores a la actividad minera empiezan a concebir el territorio como la interconexión de bienes naturales, historias y vivencias cotidianas. En otras palabras, la asignación de concesiones del subsuelo y la llegada de la minera “re-activa” el sentido de regionalidad en la zona dadas las diversas relaciones socioculturales construidas entre

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comunidades a través del tiempo.

CONSIDERACIONES FINALES:

A lo largo de este texto mostré la experiencia de lucha contra la actividad minera, que habitantes de los Valles de Oaxaca, México han desplegado en los últimos años. Me centré de manera especial en el caso de San José del Progreso, ya que es un caso paradigmático en la región, puesto que esta experiencia materializa y visibiliza el impacto social que la actividad extractiva genera en las comunidades-territorios donde se establece. A partir de la experiencia de San José, pude identificar las distintas construcciones territoriales, que emergen en el contexto de la disputa por la tierra-territorio y los bienes naturales, como éstas entran en disputa y son representativas de visiones muchas veces antagónicas de cómo concebir y vivir el territorio.

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AUTORA:

Úrsula Hortensia Hernández Rodríguez

Doctoranda en Sociologia de la Benemérica Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México - Seminário Permanente “Entramados comunitários y formas de lo político”. Maestra en Antropologia Social - Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Unidad Pacífico Sur, México.

E-mail: ursulahernandez12@hotmail.com

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¡CON NOSOTRAS NO!: La organización autónoma de mujeres indígenas de Tierras Bajas un prisma para entender el presente en Bolivia

Claudia Cuellar Universidad de Chile

RESUMEN

Decir y sentir desde un nosotras hace visible la re-composición de la dominación en Bolivia y el lanzamiento de la acumulación por despojo en las tierras bajas. Además, implica hacer evidente el establecimiento de pacto(s) patriarcal(es) entre diversas formas y actores, para así reforzar las jerarquías funcionales a los grupos dominantes. El reforzamiento de dicha jerarquía ha generado la necesidad y el deseo de desplegar procesos organizativos autónomos, “entre mujeres”*, impulsados principalmente por mujeres indígenas de tierras bajas, en este sentido, cuando las mujeres deciden organizarse, se presenta un sin número de mediaciones funcionales a que la amalgama capitalista, colonial y patriarcal se refuerce en territorios que se resisten a vivir bajo las reglas del capital, así mismo, las organizaciones de mujeres que empiezan a desplegarse- nunca exenta de tensiones- es capaz de visibilizar otra política, una política viva, que se sostienen en tramas diversas, construye de manera múltiple, y hoy por hoy, es capaz de reconocer el acumulado histórico y reactivar la memoria de la experiencia de luchas en femenino. El presente artículo pretende analizar como la amalgama capitalista, colonial y patriarcal, se re-edifica a través de alianzas patriarcales en Bolivia y ante eso, como se genera una capacidad importante desde las mujeres para impugnar, y reconocer un acumulado de fuerzas que activa la decisión de luchar juntas.

Palabras claves: Mujer. Pacto Patriarcal. Autonomía. Bolivia.

¡CON NOSOTRAS NO! The autonomous organization of indigenous women of Tierras Bajas a prism to understand the present in Bolivia

ABSTRACT

Talking and feeling from us - as in “us women” - visibilize the re-composition of domination in Bolivia and the launching of accumulation by dispossession in the lowlands. Furthermore it implies making evident the establishment of patriarchal pact (s) among diverse forms and actors, in order to reinforce the functional hierarchies of the dominant groups. The reinforcement of this hierarchy has generated the need and desire to set up autonomous organizational processes among women, driven mainly by indigenous women from the lowlands, in this sense, when women decide to organize, there is a number of functional mediations to which the capitalist, colonial and patriarchal amalgam is reinforced in territories that resist living under the rules of capital, likewise, the women's organizations that are beginning to unfold - never free of tensions - are capable of making visible an other politics, an alive politics, that is sustained in different plots, it’s build in multiple ways, and today, is able to recognize the historical accumulated and reactivate the memory of the experience of feminine struggles. The present article intends to analyze how the capitalist, colonial and patriarchal amalgam is re- edified

* Concepto acuñado por Mariana Menendez en: Menendez, M. 2017. Entre mujeres: nuestro deseo de cambiarlo todo. En Apantle (págs. 53-68). Puebla: SOCCE .

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CUELLAR, Claudia ¡CON NOSOTRAS NO!:…

through patriarchal alliances in Bolivia and before that, how an important capacity is generated from women to challenge, and recognize an accumulated force that activates the decision to fight together. Keywords: Women. Patriarchal Pact. Autonomy. Bolivia.

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CUELLAR, Claudia ¡CON NOSOTRAS NO!:…

1. LAQUE SE HACE VISIBLE CUANDO LAS MUJERES SE ORGANIZAN ENTRE SÍ

“Yo le recordé que somos autónomas, es decir que nadie nos puede obligar si no queremos ser parte. Como mujeres indígenas y lideresas defendemos derechos de los pueblos de las Tierras Bajas, de las Mujeres Indígenas. Ahora nos quieren obligar a ser parte del MAS1. Nosotras no vamos a vender nuestra organi zación, no nos vamos a prestar a este juego sucio que ellos hacen como varones” CNAMIB 2

El reconocimiento de violencias múltiples emerge cuando nos juntamos a conversar mujeres que gestionamos la vida en la ciudad, las que gestionan la vida en los territorios indígenas y campesinos y las que transitan por ambos, sin embargo, la necesidad y urgencia - por cómo se estructura la dominación colonial y patriarcal - de la defensa de la vida en común ha generado que sean las mujeres indígenas las que inicien la tarea de romper con sus espacios mixtos y darse fuerza. Tomamos esa fuerza que narra una de las integrantes de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia- CNAMIB, para entender que acontece hoy en Bolivia.

En este texto lo que voy a sostener es que cuando las mujeres deciden romper con sus espacios orgánicos, reconocer su fuerza y abrir otro campo para impulsar esas decisiones, van también en ese movimiento habilitando un canal interpretativo de la realidad que estamos viviendo, es así que s e genera un proceso de conciencia importante sobre la estructura que se va edificando a partir del despojo que vía disciplina miento patriarcal reactualiza la amalgama de dominación capitalista, colonial y patriarcal (Gutiérrez; Sosa; Reyes 2018: 2).

Pensar desde la reproducción de la vida, como aquel substrato de la vida social que el trabajo y esfuerzo de Silvia Federici alumbra con su desplazamiento ,

desde el canónico sitio de la producción y reproducción del capital hacia el subversivo ámbito de la producción y reproducción de su “mercancía” más preciosa y necesaria: la fuerza de trabajo. Y, en dicho tránsito, alumbrar otras posibilidades para pensar la transformación social, la revolucionarización de lo existente, las luchas en defensa de la vida, de los medios de existencias y de las riquezas sociales todas, humanas y no humanas (Gutierrez 2015: 170).

Este proceso es clave, ya que los proyectos extractivistas y la acumulación por despojo que incrementan al capital, pone en crisis la forma en la que se produce y reproduce la vida en los territorios. Proceso que también responde a la crisis mundial de la reproducción social (Dinerstein

1 Movimiento al Socialismo.

2 Extracto de noticia en el medio virtual: https://cambioclimatico.org.bo/contenido/nacio-la-organizacion-de-mujeres - indigenas-guarani-de-bolivia-y-ya-enfrenta-varios-retos /

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2017) amplificando así, en primer término, una dominación patriarcal para el cimiento de dicha amalgama.

En este contexto, por ejemplo, lo que acontece en las tierras bajas de Bolivia, es un impulso de múltiples proyectos capitalistas; Entre estos, se presentan lógicas de acumulación y despojo por el fortalecimiento agroindustrial, las hidroeléctricas y gestión de riego e infraestructura. Para ello, opera también una relación con el latifundio - que mantiene sus privilegios - en un contexto donde la capacidad de redituar del Estado se sostiene y profundiza en las extracciones de minerales, petróleo y gas. Lo que significa entonces, fracturas en los territorios donde habitan mujeres y hombres que han sabido sostener una relación autónoma - respecto al capital - en sus territorios.

Una práctica política que ha sostenido el progresismo boliviano es aquella que el Estado instaura a través de una relación especifica con las organizaciones matrices indígenas - constituidas en la lucha por la tierra que se inicia en los años ochenta3 - como una política de pactos, alianza, que se gestiona en dos vías, por un lado con las organizaciones que en el periodo previo a la Asamblea Constituyente le otorgaron capacidad política al gobierno del MAS, pero que las prácticas y formación de Estado ha devenido en clientelización de las mismas, y por otro lado, aquellas que mantiene para sostener su capacidad de capturar excedente, y es con el poder terrateniente agroindustrial actual. En este sentido, volvemos a aquello que nos presenta Silvia Federici (Federici 2004) cuando analiza el orden político necesario para la instauración del capital, es decir, al no existir una clase burguesa hegemónica se establecen aquellos acuerdos entre el Estado, el clero y la burguesía emergente - como contra revolución - ideas que se sostendrán más adelante cuando desglosemos las luchas de mujeres.

En Bolivia, lo que se presenta hoy en día es el Estado y su partido de gobierno estableciendo alianzas, muy parecido al trabajo que realizó el MNR desde el año 1952, pero el proyecto del MAS si ha tenido la capacidad, sobre todo, en tierras bajas de ingresar con esta política de alianzas a las organizaciones indígenas. Entonces se hace visible la dominación que Tapia (2018) denomina como un acumulado histórico de la política extractivista del país, muy eficaz, porque sostiene y se sostiene a través del partido del MAS para lograr su consolidación.

Es así, aunque los territorios indígenas de las tierras bajas conviven desde hace mucho tiempo con lógicas de despojo, la fuerza de sus espacios organizativos había logrado gestionar relaciones estratégicas con el Estado y el capital, que eran para el sostenimiento de la vida común. Sin embargo,

3 Para entender mejor sobre las luchas indígenas de las tierras bajas de Bolivia, se puede revisar Balza. 2001. Tierra, Territorio Territorialidad. Indigena. Un estudio antropologico sobre la evolución en las formas de ocupación del espacio del pueblo indigena chiquitano de ex reduccion jesuita de San José de Chiquitos. Santa Cruz: APCOB/SNV/IWGIA.

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hoy la intensificación del extractivismo y el régimen que impone, instala la dominación de forma más profunda.

En los últimos años se puede observar, por ejemplo, que en el 2014 y con los últimos acuerdos realizados entre el gobierno y la élite agro industrial, se amplía la frontera agrícola de 250.000 hectáreas, al millón 300 mil hectáreas para el cultivo de soya transgénica, y así el uso de aproximadamente once millones de agroquímicos y 20 millones de litros de diésel, con el fin de generar la biotecnología paradójicamente para la elaboración de biodiesel4 .

El fortalecimiento agro industrial también viene acompañado de una avanzada de proyectos carreteros (el caso más importante tiene que ver con la resistencia levantada por el TIPNIS en el año 2011) e hidroeléctricas en el país. En la Amazonía boliviana, son tres mega represas las que están por construirse y por las cuales se han reorganizado resistencias, como ser las Hidroeléctricas Chepete, El Bala, Cachuela Esperanza y la construcción de la Hidroeléctrica Rositas, esta última en la cuenca del río Grande, que según el discurso aportará por lo menos 400 megavatios de energía para la exportación, asegura el gobierno de Bolivia que invertirá mil millones de dólares en la mega-obra. 5

Rositas forma parte de un complejo de siete hidroeléctricas que se instalarán en la cuenca del río Grande y que abarcarán los departamentos de Santa Cruz, Cochabamba y Chuquisaca. Estos complejos hidroeléctricos, que ya están en proceso de licitación y construcción, son parte de un mega proyecto de desarrollo denominado “corazón energético” el cual pretende integrar al país a Sudamérica a través de la exportación de energías.

A este acumulado de proyectos se le suma el Decreto Supremo 2366 por el cual se aprobó la exploración de hidrocarburos dentro de las áreas protegidas de Bolivia, así se permite el ingreso a las reservas naturales para la extracción de petróleo y el proceso de consulta previa se convierte en un mero procedimiento administrativo.

Entonces, la amalgama patriarcal, capitalista y colonial que se reconstituye en Bolivia, a través de alianzas entre agroindustria, rentismo de Estado, partido de gobierno, intereses transnacionales, hoy imponen una jerarquización sostenida por este pacto – que es también - patriarcal pues instala un orden a través de mediaciones, que se ensaña en destruir las lógicas y flujos comunitarios y populares que garantizan la reproducción de la vida en los territorios, que se refuerza con violencia hacia los cuerpos de las mujeres para su fijación y clausura.

Una condición esencial y fundante del pacto, es entender el proceso desorganizador de

4 Mayor información en: https://es.mongabay.com/2019/04/bolivia-gobierno-soya- transgenica/

5 Referencia de las ultimas noticias al respecto en: https://es.mongabay.com/2018/11/conflictos-en-la-amazonia-de- bolivia/

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las fuerzas comunes que sostienen la vida en los territorios en un contexto extractivista, ¿Cómo? Cuando las mujeres se reúnen y dan fuerza a su voz, lo primero que ponen como cuestión e impugnación es la violencia a la que están siendo expuestas en sus espacios mixtos, se busca el cercamiento, a través de la clausura en la participación de las decisiones, que ya no son comunes (asambleas), y también se las desplaza de la capacidad de mantener el trabajo colectivo para la reproducción autónoma de sus medios de vida, por la reorganización de la división sexual del trabajo que el capital (en este caso extractivista) instaura en los territorios.

Cuando Rita Segato (Segato 2016) plantea la idea de pirámide invertida como el cimiento patriarcal y como este se sostiene sobre el cuerpo femenino, su fijación y su capacidad que contiene la amalgama para estructurarse sobre él, y de ahí emanar poder, ayuda a nombrar como el patriarcado entonces reorganiza la dominación. Por tanto, según la experiencia viva de las mujeres amenazadas por el despojo en sus territorios identifican múltiples complicidades masculinas que se reinstalan para que ellas no sean capaces de disputar la gestión de la vida común.

Con las ideas que vamos planteando queremos identificar como la reorganización del poder “desde arriba” afecta la gestión de la vida autónoma en los territorios, partimos entonces de una serie de impugnaciones y deseos que las mujeres en sus diversas estrategias y escalas están realizando. Para ello reconocemos tres casos, uno que opera a nivel nacional desde la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB) que tiene mayor fuerza en las tierras bajas, para luego también dar cuenta de procesos de determinación de deseos que vienen gestionando las mujeres en dos territorios amenazados por el extractivismo. Territorio Guarayo y Territorio Guaraní, en la Asamblea de Mujeres del Pueblo Guaraní y la Central de Mujeres Indígenas de Guarayos, ambos en el departamento de Santa Cruz, Bolivia.

2. “CON NOSOTRAS NO”

Fue el conflicto del TIPNIS, que detona en el año 2011 y que hace evidente la avanzada geo - política que impulsa el extractivismo sobre las tierras bajas de Bolivia, lo que pone en mayor crisis las organizaciones políticas que emergen desde 1980 en los Pueblos Indígenas en la lucha por el territorio. Si bien la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia - CIDOB es una de las organizaciones que va impulsar la Asamblea Constituyente en el año 2005, y muestra un diálogo con la vertiente institucional

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de las luchas sociales, es el momento en que se rompe el Pacto de Unidad6 por la defensa de los territorios amenazados por el extractivismo, y cuando formalmente la CIDOB y la CONAMAQ7 hacen un quiebre importante con la CONALCAN - que se presenta de manera intensiva el proceso de desorganización vía persecución y violencia, como también, cooptación principalmente a través de alianzas masculinas dominantes en las organizaciones sociales en las tierras bajas de Bolivia.

Si bien no nos interesa en este artículo especificar la relación Estado y organizaciones sociales que se inaugura en ese tiempo, es importante explicitar que es en ese momento que la crisis de la reproducción de la vida se impondrá con una forma específica - la patriarcal - sobre los territorios de las tierras bajas y es a partir de allí que las mujeres deciden organizarse e impugnar desde diversos espacios.

La Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia - CNAMIB, que ya se funda en el año 2007, empieza a desplegar con mayor fuerza la separación de aquellas organizaciones que responden al partido de gobierno desde el 2011, y son ellas quienes tejen y retejen los lazos con las luchas de las mujeres contra el despojo, por ello son las primeras en impugnar la política de cooptación y persecución que se empieza a desplegar contra ellas y sus territorios.

Denunciamos al mundo que el gobierno boliviano busca apresar a los dirigentes indígenas para entregarles el TIPNIS a la Explotación de Transnacionales, pisoteando los derechos de los Pueblos Indígenas” pronunciamiento del año 2013 como denuncia importante que ellas estab an haciendo visible.

Esta organización macro regional, ha servido para que las mujeres que se encuentran en los territorios y viven en diversas escalas las transformaciones realizadas cuando el extractivismo activa la amalgama capitalista, colonial y patriarcal, pueden aliarse y reconstituir un espacio que las habilite a hablar. Se reorganizan a través de la impugnación que ha servido para poner los límites claros sobre como los varones están estableciendo sus alianzas e impulsan una forma política que no contiene sus deseos por garantizar la autonomía para reproducir su vida en los territorios.

En los territorios, con nuestras normas propias estamos trabajando con nuestros compañeros, hay una diferencia entre las orgánicas y nuestros espacios comunitarios, si hablamos de la gestión del territorio son las mujeres las que asistimos a las reuniones, las mujeres también

6 Pacto de Unidad es una alianza nacional en evolución de las organizaciones de base de Bolivia que apoyan los derechos indígenas y agrarios, la reforma agraria, la reescritura de la Constitución de Bolivia 1967 a través de una Asamblea Constituyente y una transformación izquierda-indígena del Estado boliviano. Desde 2005, el Pacto ha sido un aliado cercano del presidente boliviano Evo Morales, y forma el núcleo de la Coordinación Nacional para el Cambio, una alianza pro-gobierno. En 2011, CONAMAQ y CIDOB se retiraron del Pacto. Ambas organizaciones sufrieron disputas internas en los años que siguieron. Una facción de cada división, alineada con el gobierno de Morales, volvió a unirse al Pacto en 2013.

7 Pronunciamiento CNAMIB, en su página web: https://www.facebook.com/Cnamib/

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están más en el ejercicio de la política, sobre todo por todo lo que ha pasado ya no hay mucha credibilidad en el varón sobre todo cuando a los hombres cuando se van a las organizaciones y los partidos políticos.”8 (Entrevista Wilma Mendoza de la CNAMIB).

Otra impugnación y alianza importante entre mujeres emerge también cuando ya en el año 2016, vuelven a hacer visible la dominación que se reinstala contra ellas, ejemplo claro el pronunciamiento que sacan en contra de la CIDOB y su forma de gestionar las redes clientelares y patriarcales de poder al momento de instalar un proyecto hidroeléctrico contra seis comunidades, dos de ellas guaraní y que empiezan a activar la resistencia contra el despojo a través de diferentes estrategias :

CIDOB

CNAMIB9 - ASAMBLEADE MUJERES GUARANI (pronunciamiento junio de 2018)

Apoyo a la revolución Democrática y Cultural porque existe un proyecto nacional de Estado que incluye a los Pueblos Indígenas de Tierras Bajas como parte del Estado.

Apoyo a la revolución democrática porque, así como es democrática liberal también es comunitaria.

Apoyo también en las elecciones del gobierno del MAS

Rechazo total a las acciones del gobierno mediante el Órgano Ejecutivo y Ministerio de Energías, la Empresa de Energía-ENDE, que pretende desconocer las acciones legales realizadas por la resistencia al proyecto hidroeléctrico Rositas.

Declaración como mujeres de vigilia permanente ante los atropellos del Estado Plurinacional y preocupación por los desastres que puede generar el proyecto hidroeléctrico.

Se suman a las acciones en defensa del territorio y la resistencia de las comunidades afectadas como Tatarenda y Yumao.

Junto con estos procesos por ejemplo, gracias a la fortaleza y la disputa por la autonomía que empezaron a impulsar las mujeres desde su organización autónoma, se registran también otros casos, por ejemplo la Central de Mujeres Indígenas Guarayas, que sufre una amenaza constante por el despojo agresivo por la minería ilegal, la des forestación y el narcotráfico denuncian como sus compañeros de las organizaciones cooptadas instauran procesos de negociación individual lo que se devuelve en violencia contra ellas e instala una política de acoso para que corporalmente ya no participen en el

8 Entrevista disponible en: https://www.servindi.org/actualidad-noticias-radioteca-audios/01/05/2016/bolivia-el - movimiento-indigena-desde-la-mirada- de

9 La Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia CNAMIB, es una organización nacional, interlocutora valida de las Mujeres Indígenas de Tierras Bajas, en su relacionamiento con el entorno social, político y económico, a nivel local, regional, nacional e internacional que está orientada a la defensa de los derechos de las Mujeres Indígenas en el reconocimiento de su diversas identidades, de manera articulada a las políticas de la CIDOB, para promover el equilibrio en la relación entre hombres y mujeres y facilitar la participación activa y representativa en las decisiones políticas, económicas, sociales y culturales, a través del fortalecimiento de sus organizaciones de base, promoviendo la equidad y la vida plena de los Pueblos Indígenas.

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espacio de tomas colectivas de decisiones. 10

En el mismo camino, los deseos de las mujeres guaraní se despliegan con la amenaza del proyecto hidroeléctrico Rositas, y es la agresión que reciben cuando se forma el Comité en Defensa de la Tierra y Territorio11 por la omisión y de hecho agresión que reciben por parte de la Asamblea del Pueblo Guaraní - APG, cuando la lucha empieza a impulsar mecanismos legales de defensas por lo que deciden fundar su propia Asamblea de Mujeres.

Es en estos procesos de organizar sus deseos y experiencias entre mujeres (Menendez, 2017: 129) donde las mujeres despliegan una fuerte impugnación anti patriarcal en primera instancia, pues deciden frenar la agresión que a sus cuerpos genera este proceso de cooptación que reestructura la amalgama.

3. AGUJERAR LA REALIDAD PARA INTERPRETAR DESDE UN NOSOTRAS: EL PACTO PATRIARCAL

Lo narrado anteriormente, como un momento de des-organización, cooptación e imp ugnación y el surgimiento de una política autónoma impulsada hoy desde las mujeres, despierta un momento interpretativo importante. Un ejercicio feminista sustancial es entender que cuando narramos los que nos pasa, no estamos nunca más desglosando una mirada sectorial de la vida - el rol que las políticas neoliberales nos han impuesto - pues el nombrar el mundo desde lo femenino es nombrar también - desde esa parcialidad - la realidad toda.

María Milagros Rivera quien nos invita a pensar nuestro lugar en la historia y poder nombrarlo para visibilizar la autoría femenina y trenzar y dar cuenta de aquel conocimiento feminista, implica entonces reconocer todos los aportes “donde predomina un componente de lucha contra el orden simbólico patriarcal, y el femenino, en cambio, cuando se resalta la omisión del referente viril, el prescindir de ellos como medidas para conocer el mundo” (Rivera 2003: 27) .

Partiendo de ese esfuerzo, en este apartado me remito a aquellas aportaciones feministas que buscan nombrar el orden patriarcal que sostiene la dominación, por tanto, propongo un breve diálogo entre algunas claves feministas y femeninas, que permiten alumbrar y reconocer las separaciones y fijaciones que la amalgama de dominación impone.

Construimos la idea de pacto patriarcal, con nociones que mujeres estudiosas nos han brindado

10 Información obtenida a través de entrevistas realizadas por la investigadora .

11 Noticia en: https://www.noticiasfides.com/economia/rositas-tercer-juez-rechaza-accion-popular-de-guaranies-y-estos - anuncian-ir-a-la-cidh-- 388103

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para entender el orden material y simbólico que se instaura contra nosotras, claro ejemplo Silvia Federici nos presenta la idea de “contra revolución” como una política de alianzas que instaura el capital para clausurar momentos importantes de luchas obreras y herejes donde las luchas de las mujeres toman una forma clara. Un ejemplo - que pervive - es a medida que las mujeres se organizan entorno a la defensa de los comunes, pareciese que los poderes tienen algo que los unifica, a medida que aparece las crisis de población - que podríamos llamarlas también como crisis reproductivas - se instaura un orden de dominio que se empeña en fijar a las mujeres. Este acuerdo que sostienen la acumulación histórica del capital, también se re actualiza en la manera que la que la acumulación también lo hace.

Pero ese pacto patriarcal que se instituye ya dentro del capital con el patriarcado del salario, tiene relación con como el Estado ha gestionado y tiene la intención, vía modernización, de seguir haciéndolo, pues tal como nos muestra la investigación de Gerda Lerner (Lerner 2017: 200), la idea de matrimonio, familia patriarcal como formas claves para la formación del Estado muestran como esta estructura para extender su dominio necesita, en primer lugar, imponer relaciones genéricas, donde la base de la propiedad en el núcleo familiar opera con el control de la sexualidad de las mujeres, la política de alianzas también se genera para la instalación del patriarcado cuando es el intercambio de mujeres lo que consolida - también - las relaciones de clases en la formación histórica del capital, que instala por tanto, un orden jerárquico “el colectivo masculino tiene un sin número de derechos sobre las mujeres que el colectivo femenino no tenía sobre los hombres” (Lerner 2017: 120), las mismas mujeres se convirtieron en un recurso que los hombres adquirían poder igual que se adueñasen de las tierras. Esta búsqueda de apropiación del cuerpo femenino como máquina de reproducción necesaria

para la formación de las clases, es lo que despliega y, en dialogo con Federici (2004) un sin número de resistencias desde las mujeres que se reactualizan - en la acumulación global del capital - bajo los despojos múltiples (Navarro 2017: 9) que ponen en crisis la reproducción de la vida. La acumulación del capital, instala entonces, un orden simbólico impuesto por el patriarcado colonial, a través de aquel pacto entre el “dios creador y el hombre en la tierra” como el único mediador, que desplaza y separa la creación de la procreación y a las mujeres de ser dueñas de sus propias creaciones (Gutiérrez; Sosa; Reyes 2018; Lerner 2017) .

Otra idea importante para nombrar al patriarcado y su relación con el Estado moderno, viene desde las feministas, que parten de la crítica al contractualismo, para identificar el contrato sexual (Pateman 1995: 50), como pacto originario que constituye el inicio de una nueva sociedad civil que se “encuentra libre y sin las preocupaciones del Estado de naturaleza”, argumenta que la parte

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fundamental del pacto social (y aquella que se oculta) es la igualdad de derecho de los varones de disfrutar del acceso sexual sobre las mujeres. Esto ocurriría a través de la lógica de inclusión- exclusión propia del pacto y de la posibilidad que tienen los hombres “libres” de replicar el pacto social con otras formas como el contrato de trabajo o el contrato matrimonial. Donde también se construye la idea de lo público, moderno, capitalista.

La crítica al contrato laboral y sexual, para la conformación del capital y del poder patriarcal, es porque muestra el sin número de alianzas que se reinstala ya en forma violenta y establecen los términos de las mediaciones en la amplitud de la dominación del Estado: “Según el anda miaje moderno, capitalista, patriarcal la historia de la esfera pública o esfera estatal no es otra cosa que la historia del género” (Segato 2016: 30) .

Creemos que en la época actual en Bolivia, el Estado y su política clientelar, está relacionada con la idea desarrollista que el capitalismo necesita del Estado para su formación, por tanto, es condición necesaria la búsqueda de excedente y el establecimiento de mediaciones, imponiendo cada vez más la imposibilidad de las sociedades múltiples de darse forma (Gutierrez; Linsalata; Navarro 2016) y para nuestra hipótesis de trabajo esa capacidad de capturar excedente también vía acumulación opera sobre el control de la reproducción de la vida.

Entonces, lo que las mujeres están poniendo en evidencia es que ellas no son, ni estarán en ese pacto que se constituye. Este pacto patriarcal tiene una forma de operar tanto hacia los territorios para la acumulación, como también en la forma que se establece las relaciones dentro de él.

Sostenemos que el mismo instala una política de “fatria” (Pateman 2018: 24) que las feministas que analizan la formación de la burguesía ya también lo plantea, esta política de “fraters” de “hermanos” propio de los ideales liberales de igualdad, fraternidad y libertad, es el que se instala a la medida que el capitalismo reorganiza la vida social, “como un conjunto de relaciones sociales entre los hombres que tienen una base material, y aunque son jerárquicas, crean o establecen interdependencia y solidaridad entre ellos que los capacitan para dominar a las mujeres”. Esta política de fatria es muy propia de la agro industria y oligarquía cruceña que gestiona todos los poderes para sí (Tomicha; Cuellar 2019) que instala esa forma de gestionar poder en sus acuerdos y pactos.

Las relaciones que se instalan dentro del pacto patriarcal genera una apariencia de individualización capitalista, pues opera en ese mecanismo de inclusión-exclusión, entonces el pacto siempre se sella por el intercambio de algo, en algunos casos el cuerpo femenino o en otros casos eso y los bienes naturales.

Almudena Hernando (2012) es capaz de identificar la “fantasía de la individualidad” por esa

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búsqueda incesante del capital de hacer invisible los vínculos, nos muestra también que la individualidad construida en torno a los hombres es la de la codependencia, es decir, gestionando relaciones de sumisión principalmente de las mujeres para el sostenimiento de la vida toda. Entonces aquello que se edifica desde arriba y que las mujeres indígenas están impugnando con mucha fuerza, es toda aquella forma de gestionar poder que impone el pacto patriarcal como centro de la acumulación que sostiene la dominación.

Pero, así como este pacto es cerrado y opera una serie de vínculos con aquellos varones - y algunas mujeres - que responden e ingresan a este pacto. “La política en femenino” (Gutierrez 2014) que están desplegando las mujeres muestra otra forma.

4. POLÍTICA VIVA

Tal como nos dice Ana Dinerstein (2017):

La construcción de la utopía concreta contiene una dimensión de creación y AFIRMACION inseparable de la de negación. La función utópica de la esperanza nos permite experimentar una vida mejor aun cuando no sepamos ni cómo ni cuándo. Nuestra conciencia anticipatoria nos permite soñar y crear nuevas realidades. En el momento de afirmación vemos la emergencia y consolidación de la política afectiva.

Es así que la interpretación antes realizada solo es posible desde el saber de la resistencia y la lucha, por tanto, existe una experiencia histórica sobre la autonomía que las mujeres hoy están poniendo en juego, esta experiencia de autonomía viene desde las luchas indígenas desplegadas en los lugares analizados, ellas están - desde un nosotras y un entre nosotras - ahora mostrando con claridad una diferencia cuando las luchas y las organizaciones que se institucionalizan se cooptan y subordinan al Estado.

La idea de autonomía de los Pueblos Indígenas como aquella capacidad de gestionar sus medios concretos de vida y su capacidad de decidir sobre los mismos, hoy se está empezando a re - activar desde estas luchas de las mujeres indígenas. Como mostramos anteriormente en los momentos en que ellas dicen con nosotras no, están habilitando su diferencia y reconociendo como construir desde allí.

Pero más allá de eso, la lucha por la reproducción de la vida con una fuerte impugnación desde la autonomía política, despliega una práctica política que por un lado se inscribe en los parámetros de la política viva, “como parte de la experiencia de lo cotidiano, que no responde a un programa ideológico, no representa a un sujeto único reconocible, y no busca una unidad, es una política de lo

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múltiple, autónoma, que no busca mediaciones, ni representaciones, que opera en el marco ‘de lo que hay’” (Gil 2011: 70). También se inscribe en el marco una política en femenino que remite a un modo de comprender lo político “como un lenguaje... un conjunto articulado de deseos y anhelos compartidos, de compromisos y prácticas colectivas que permiten a hombres y mujeres expresar lo que sentimos y pensamos, brindándonos la posibilidad de esperanzar, que es la condición necesaria de nuestro caminar...” (Gutierrez 2014: 30) .

Por tanto, lo que van demostrando las mujeres indígenas en estos procesos, es que:

El sostén de la reproducción de las comunidades está en manos de la rebeldía que las mujeres están activando, es así que a mayor rebeldía mayor capacidad de sostener la vida en sus territorios. Esta política de la rebeldía, viene muy alineada con aquellos “deseos encarnados” deseos que se despliegan desde el cuerpo, los saberes y memorias que se activan desde allí (Briadotti 2018: 42).

Por otro lado, en estos procesos organizativos los vínculos que se empiezan a regenerar a través de la confianza buscan disolver el problema por el que se estructura la dominación colonial capitalista y es la búsqueda constante de la fijación de las diferencias para transformarlas en jerarquías. Pero las mujeres indígenas en esta organización están desplegando otra forma con sus propias tensiones, con vínculos de confianzas que se reconstituyen desde liderazgos locales y aquellos impulsados por resistencia anti-extractivistas con mujeres de distintas edades y trayectorias de vida diferenciadas.

Siguimos a Tzul (2018) cuando analiza entonces las estrategias sostenidas por las mujeres en la vida comunal en una experiencia concreta, que imprimen la tensión entre conservación y transformación (Tzul 2018: 174) y que, por tanto, son luchas que buscan transformaciones, de un efecto concreto, que impugnan su lugar en las tramas que sostienen la reproducción de la vida. En el caso presentado creemos que la impugnación que están planteando las mujeres indígenas buscan - también - hacer un agujero a la realidad que nos domina a todas. Hoy cuando la dominación está desorganizando vía la ruptura de los espacios orgánicos y la jalada de la parcialidad masculina hacia la jerarquización, las luchas de las mujeres están mostrando una disputa por transformar la vida en sus espacios concretos, pero las lianas de sostienen las alianzas son hoy más largas, planteando el movimiento de des-sujetarse de las tramas de dominación des-hilvanandolas e hilándolas de nuevo, desde un nosotras (Gutierrez 2016).

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Email: claudia.cuellarsuarez@gmail.com

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TARIQUÍA: La lucha de las mujeres por lo común que reta al régimen extractivista boliviano

Claudia López Pardo Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP)

RESÚMEN

Desde 2016 se despliega una lucha antipetrolera en la Reserva de Flora y Fauna de Tariquía, Tarij a, Bolivia, protagonizada por mujeres, aunque no sólo. En clave comunitaria, las comunidades se han planteado una lucha por lo común, basada en la defensa y conservación de la vida, desde que en 2015 el estado boliviano abriera las áreas protegidas a las actividades hidrocarburíferas, amenazando la vida humana y no humana y develando la profundización de un régimen extractivista en Bolivia. La lucha de las mujeres de Tariquía se ha organizado a través de la capacidad de fijar el veto que sostiene el rechazo a la entrada de la forma estado-capital al territorio, y se reafirma en el mandato entregado por las comunidades. Las diversas acciones del entre mujeres como espacio de politización ha puesto en crisis los espacios mixtos de producción y reproducción, en diferentes niveles de los ámbitos públicos y privados, principalmente. El artículo analizará ciertos rasgos de esta particular lucha por lo común. Palabras-clave: Luchas de las Mujeres por lo Común. Régimen Extractivista en Bolivia. Producción y Reproducción de la V ida

TARIQUÍA: The struggle of women for the common challenge of the Bolivian extractivist regime

ABSTRACT

Since 2016, women have been leading a struggle against the oil industry in the Tariquía Nature Reserve, in the state of Tarija, Bolivia. The communities have proposed, from a communal perspective, a struggle for the commons based in the defense and conservation of life since the Bolivian state opened protected areas for oil extraction in 2015, threatening human and non-human life and reveal ing the intensification of the extractivist regime in Bolivia. In Tariquía, women have organized according to their capacity to veto the entry of the state-capital form into their territory, in doing so they have sustained their rejection extractivism and reaffirmed the mandate of their communities. Relationships built among women (entre mujeres) have flourished through diverse activities, putting mixed spaces of production and reproduction (in which both women and men participate) into crisis in the public and private spheres. This article analyzes some of the key features of this specific struggle for the commons.

Keywords: Women's Struggle for the Commons. Extractive Regime in Bolivia. Production and Reproduction of L ife

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PARDO, Claudia López

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INTRODUCCIÓN

Tariquía: aquí he nacido, aquí he vivido toda mi vida entera, hasta ahorita (suspiro), quiero mucho a Tariquía, valoro mucho. A comparación de otros lugares donde podemos salir que no es lo mismo. Aquí todavía contamos con agua dulce, tenemos vertientes de agua dulce, no nos falta la agua, la vegetación casi todo el tiempo es verde. Vivimos así libres todavía. No somos así avasallados por nadie. Producimos de todo, todo tenemos aquí. (Sofía Manzanero)

En Bolivia vivimos tiempos de fragmentación1, cuyos rasgos más notorios se hacen visibles con la profundización de un régimen extractivista2 como base del modelo de acumulación del gobierno de Evo Morales y de su régimen político. Su ejecución ha significado la desarticulación de la fuerza social, que años antes de la ascensión del Movimiento al Socialismo (MAS) al poder estatal, habí a organizado un tiempo de rebelión popular entre el 2000- 2005.

Algunos autores trabajan con claves que señalan que el estado boliviano ha logrado establecer bases políticas económicas neo-extractivistas y/o hiperextractivistas3 como ningún gobierno neoliberal lo habría hecho antes. Sin embargo, se sostiene que se trata de un régimen económico extractivista cuya política estatal no solo es conservadora-pro liberal, sino que se consolida una “estructura de poder anticomunitaria” (Salazar 2019: 1) que es además capitalista. Este enfoque es útil para mirar el trasfondo de la expropiación de la fuerza social que en doce años de gobierno ha logrado la cooptación y la partidización de las estructuras e instituciones del corporativismo4 convirtiéndoles en aliadas paraestatales para la extensión de los planes políticos - sobre todo de ocupación capitalista de los territorios - haciendo uso de dos dispositivos violentos en comunidades de base: tutela y despo jo (Gutiérrez 2015).

Por medio de prácticas de tutelaje se ha establecido un modo de expropiar la memoria y la fuerza de la lucha comunitaria. El tutelaje como práctica de disciplinamiento y la minorización de la vida comunitaria ha significado la instalación de un mando político estatal que ordena la política en

1 En junio de 2017 con el Colectivo Nosotrxs organizamos el espacio Encuentro en tiempos de fragmentación. Desde ese lugar manifestábamos: consideramos fundamental establecer una reflexión profunda, crítica y conjunta sobre el contexto político del país, que permita nombrar el orden dominante del presente y la expansión del capital, posicionar apuestas políticas sostenidas en aspiraciones populares y desmantelar la falsa dicotomía en la que pareciera que en este país solo hay “gobierno y derecha”, cuando es cada vez más evidente que esta aparente disputa no es más que un mecanismo de ejercicio de poder que busca invisibilizar las verdaderas luchas y aspiraciones sociales, actualmente marginadas, devaluadas y reprimidas.

2 Gago y Mezadra (2017) caracterizan el modelo de desarrollo como régimen extractivista, categoría de análisis útil para una ampliación de las categorías de extracción y extractivismo que caracterizan los procesos de valorización y acumulación contemporáneos, conectando las luchas históricas y la explotación.

3 A esta corriente pertenecen Acosta (2018) y Gudynas (2018). El último califica de hiperextractivistas no solo a los gobiernos de Bolivia, sino a los de Venezuela y Ecuador.

4 Nos referimos a los sindicatos obreros, indigena-campesinos, principalmente.

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general (Gutiérrez y López 2017), por lo tanto que niega la autonomía y el autogobierno de la vida comunitaria. El estado garantiza entonces un contexto adecuado para la activación y la reproducción de la amalgama: capital, colonia y patriarcado. A consecuencia del tutelaje, se produce el despojo múltiple (Navarro 2017).

Pero aun en tiempos de fragmentación, la emergencia de diversas luchas donde las protagonistas son - aunque no sólo - mujeres indica que no solamente vivimos tiempos de crisis de la reproducción social de la vida, sino que también de la dominación que se manifiesta en el despliegue de variadas luchas “en defensa de la vida”, desestabilizando un modo de expropiar las capacidades políticas y económicas gestadas en tiempos de rebelión anteriores (Gutiérrez y López 2019) (Guti érrez y López 2017).

Forma parte de estas luchas el extraordinario caso de las mujeres de la Reserva de Flora y Fauna de Tariquía quienes, desde el 2016, han organizado una de las resistencias antipetroleras más interesantes, conectando dos claves centrales: política en femenino (Gutiérrez 2015) y luchas por lo común. La lucha de las mujeres de Tariquía se despliega para conservar las formas de reproducción material y simbólica de la vida comunitaria ante una dura ofensiva que se manifiesta en un cercamiento opresivo - de lo que les es común - traducido en la amalgama capitalista, colonial y patriarcal. Es decir,

el capitalismo no es solo un modo de producción, sino una manera de organizar las relaciones de interdependencia, que conforman una amalgama triangular que trenza capitalismo con patriarcado y colonialismo, en el que cada vértice sosteniendo a los otros establecido en cadenas de separaciones y a través de la fijación de mediaciones para la gestión de tales separaciones. Estas mediaciones, la mediación patriarcal, mediación dineraria -y salarial- y mediación de la ley colonial conforman un complejo sistema de dominación, expropiación, explotación y despojo que tiene a la violencia como eje organizador (Gutiérrez, Sosa y Reyes 2018: 3).

Se considera que la lucha comunitaria de base de Tariquía plantea una crítica central a la forma política en general en Bolivia. Con lo que respecta al modelo de acumulación estatal, las comunidades de base, al oponerse a los proyectos y megaproyectos extractivistas, rompen las prá cticas de tutelaje, no sólo retando al estado que les ofrece “bienestara cambio de despojo, sino que también rebelándose contra las diversas mediaciones de las estructuras de poder de los espacios supracomunitarios que les contienen. Así, el despliegue de la lucha de Tariquía ha comprobado que no todo lo comunitario de base, o no todas las tramas comunitarias, están subsumidas a la forma estatal - capital de la política .

En el régimen extractivista, la amalgama capital, patriarcado y colonia activa una lógica en la que el desarrollo económico patriarcal y hegemónico irrumpe sobre las formas de reproducción social

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de la vida y los medios de producción, sobre el trabajo no asalariado comunitario en específico, para la expropiación del trabajo reproductivo de las mujeres, los conocimientos tradicionales, los cultivos de autoabastecimiento y las formas de autogobierno. La lucha tariquiyeña transcurre en medio y bajo el orden de este régimen cuya ofensiva contrainsurgente pretende acabar con la energía y la vida comunitaria. Asimismo la lucha de las mujeres de Tariquía, es un caso extraordinario cuyo despliegue ha señalado algo central: la crisis de los espacios mixtos, o la crisis de las instituciones mixtas cuyos rasgos son patriarcales. Vamos a retomar más adelante ciertas características de la lucha de las mujeres, necesarias para dar cuerpo a este argumento.

1. LA RESERVA NATURAL DE FLORA Y FAUNA DE TARIQUÍA-UN TERRITORIO EN DISPUTA

Tariquía es un territorio que se encuentra al sureste de Tarija, Bolivia. Es un ecosistema frágil donde coexisten/florecen en interdependencia comunidades humanas y no humanas. El vínculo de las comunidades humanas con lo natural es una característica que puede ser analizada en las otras 21 áreas protegidas del país, todas tienen comunidades humanas como parte de su ecosistema.

Su dinámica corresponde a la región de la vertiente oriental y de valles interandinos y a la ecorregión de bosques tucumano-bolivianos o bosques húmedos sureños, que predominan en el paisaje (Ibisch y Mérida 2005; Ibisch et. al. 2003). Está compuesta por diferentes pisos ecológicos que incluyen también a algunos bosques secos de transición al Chaco Serrano. Es una zona estratégica porque es área de recarga hídrica y protege las fuentes de agua más importantes de la región (Ayala, 1998). En su interior, en la llamada “zona núcleo” de protección estricta, existen por lo menos 13 especies animales en peligro de extinción.

En el año 2015, el gobierno de Evo Morales aprobó tres Decretos Supremos: el 2298, el 2366 y el 24005, en marzo, mayo y junio respectivamente, donde se fijaron las nuevas reglas para procesos de consulta previa, la apertura de las áreas protegidas para actividades hidrocarburíferas y la modificación de normativas ambientales.

Perfilaba un escenario muy oscuro para las zonas que fueron destinadas desde la aprobación de dichos decretos, entre ellas Tariquía, como áreas de exploración y explotación hidrocarburífera. Estas medidas implicaron un hito dentro la política en hidrocarburos del actual gobierno, y son signos

5 Para poder revisar la cronología completa ver: http://zur.org.uy/content/tariqu%C3%ADa-de-pie-una-lucha-campesina-en - bolivia-frente-al-extractivismo- petrolero

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evidentes de su régimen extractivista que expandió la frontera petrolera de 2,5 millones de hectáreas en el 2006, a 29 millones hasta el 20176 .

El 55% del territorio de la Reserva está concesionado a favor de petroleras como Shell a través de las empresas BG Bolivia, Chaco y PetroBras. Algo importante de resaltar es que el Servicio Nacional de Áreas protegidas (SERNAP) había rezonificado la zona núcleo, de manera ilegal, el año 20147 en una nueva propuesta de Plan de Manejo, información que se dio a conocer recién en marzo del presente año. El Bloque Churumas se encuentra en esta zona, la cual sería afectada por la intervención de dos pozos en su seno.

En la Reserva viven 10 comunidades campesinas, y otras 13 en el área circundante conocida como “zona de amortiguación”, las cuales, desde la creación del área protegida, participaron de acciones de cuidado y resguardo, en especial de la madera, uno de los bienes que estaba siendo explotado de manera intensiva por taladores ilegales. En la Reserva, la vida social humana se reproduce de cuatro formas: en unidades familiares que componen las tramas comunitarias (la trama es un artefacto político de reproducción); en segundo lugar, la producción de alimentos para el autoconsumo, la crianza de animales; en tercero, la relación de interdependencia con el bosque que provee bienes como las abejas silvestres para la producción de miel; y cuarto, la lucha por lo común (aunque es una lucha mixta) sitúa a las mujeres al centro, desde que la amenaza petrolera se ha topado con la defensa y conservación de la vida colectiva a través de sus formas de organización comunitaria.

En clave comunitaria, seis8 comunidades del distrito 8 de la Subcentral campesina de Tariquía lograron consenso frente a la ofensiva estado-capital y organizaron una serie de movilizaciones y acciones para visibilizar su oposición a la entrada de petroleras a su territorio, lucha que sostienen hace más de tres años. Desde el 2018, las comunidades de Chiquiacá y Pampa Redonda (donde se proyectan los campos de San Telmo y Astillero) organizaron bloqueos y acciones para evitar que la empresa PetroBras y la empresa estatal entren al territorio que denominan zona de amortiguación. El 21 de marzo del presente año, se produce la primera confrontación entre las fuerzas policiales y las comunidades que se encontraban bloqueando. Desde entonces, las comunidades de la Reserva sostienen una vigilia para evitar la ocupación de las petroleras a su territorio.

6 Los datos fueron brindados por el Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB)

7 Por medio de la resolución administrativa 159/2014

8 La división comunitaria ha provocado el alejamiento de 4 comunidades. Las consecuencias han sido principalmente, divisiones familiares. Sin embargo las seis comunidades constituyen a la mayor parte de familias que se oponen a la entrada petrolera.

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2. RASGOS DE LA LUCHA Y EL DESPLIEGUE QUE PUEDEN SER ÚTILES PARA MIRAR LAS OTRAS LUCHAS

Desde que la Asociación de mujeres (AMEAT) en enero de 2017 hiciera aprobar el voto resolutivo comunitario que fija el veto a la entrada de las petroleras, nuevos cercamientos se les iban imponiendo traducidos en violentas formas de disciplinamiento contra ellas, su deseo de conservar la vida y organizarse. La camada de varones que dirigía la Subcentral - antes de que este pase a manos de las mujeres - ejercía de manera abierta formas de captura y anulación de sus esfuerzos. En un escenario adverso, imponiendo tensas y densas mediaciones que las mujeres sortean de forma creativa e ingeniosa. Por ejemplo, cuando en las asambleas departamentales los dirigentes no hacen caso de los dos, tres, cuatro, intentos de pedido de palabra, y cuando por fin alguna de ellas podía expresarse eran interrumpidas por “el cortito, cortito, cortito compañera, hay puntos más importantes”, para hacerse escuchar, las mujeres preveían estos mecanismos patriarcales y cuando les tocaba hablar “lo poquito que decíamos las demás mujeres gritaban ¡Apoyo! ¡Apoyo! ¡Apoyo!, fue gracias a eso, y a que éramos mayoría, sino no hubiéramos llegado ni a la marcha, ni al voto resolutivo, ni a la elección, quizás a nada” señala Amanda9. Así las mujeres se hacen cargo de que en ciertos espacios no van a ser escuchadas y se alían/traman entre ellas para apoderarse del espacio y dar fuerza a su voz, y desplegar su capacidad de veto - en su sindicato y por fuera de él - que luego se traduciría en una forma de hacer política para desbordar a las instituciones que reproducen el cercamiento.

El Comité de Defensa es el espacio transitorio hasta que la trama femenina se reapropia de la Subcentral, es el lugar donde las mujeres concretan su autoridad. Desde 2017 el Sindicato de la Subcentral de Tariquía fue ocupado por las mujeres dirigentes de las comunidades de Tariquía quienes ingeniosamente han desarrollado la capacidad de vetar (Gutiérrez 2015) la entrada de empresas petroleras al territorio con prácticas que provienen de los espacios de reproducción y se combinan con la forma orgánica de la lucha. En el espacio del sindicato, las mujeres consolidan el mandato comunitario que no es otra cosa que el deseo colectivo de defender la vida en Tariquía.

En el contexto actual de amenaza de despojo, la dinámica comunitaria sindical se ve presionada a dar continuidad a los planes del gobierno pero se encuentra desde el inicio del conflicto con la oposición de la Asociación de mujeres (entre mujeres) que le impide consolidar sus planes. Se

9 A. Colque, comunicación personal, mayo de 2017.

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demuestra así que hay una ruptura profunda entre el corporativismo sindical, que en sus niveles más altos quiere hacer prevalecer la forma - estatal de la política, corrompiendo la delegación y usurpando las funciones a las formas todavía aun comunitarias de organización de la vida.

Dos claves delinean la forma política de la Subcentral Tariquía entre mayo del 2017 y el 2019: autonomía política y vida orgánica, a través de ellas se ha organizado la experiencia (Méndez 2017) de lucha en el sindicato y el territorio. Autonomía entendida como la capacidad de ejercicio de autogobierno sin mediación estatal, ni partidaria o sin la mediación de otras formas institucionales.

Para la dirigencia sindical liderada por las mujeres, el ejercicio de una política autónoma significaría tres cosas: la primera es enunciar desde la legitimidad espacial que les provee la institucionalidad sindical para rebelarse de las sujeciones y mandatos de los de arriba y no dejarán la entrada del capital-estatal petrolero a su territorio, aunque eso signifique ponerse en contra de las figuras patriarcales de “autoridad superior”. Desde ese nicho, el sindicato comunitario sigue produciendo la política que le manda sus bases y lo que aprendieron en la vida orgánica de sus ancestros y mayores. La segunda, la reactualización de lo orgánico através de acciones propias de investigación y reapropiación que se combinan con los nuevos conocimientos que van adquiriendo gracias a la posibilidad de salir a la urbe. La tercera, es que desde una pragmática vitalista10, la dirigencia nunca deja de realizar el trabajo político para cubrir las necesidades de servicios básicos, los proyectos de luz y otros planes que forman parte del propio plan de vida comunitario. Este último punto es muy importante porque la dirigencia desarrolla una capacidad de gestión/toreo de lo tutelar expresado en lo que se llama “prebenda” que no es otra cosa que los mecanismos que ejerce el estado progresista a cambio de la imposición de los proyectos extractivos del régimen.

La lucha de Tariquía visibiliza que las mujeres son capaces de recomponer la práctica orgánica de sus organizaciones a través de su la amplia participación, al desplegar sus prácticas y estrategias cotidianas producidas en el ámbito de la reproducción, lo que va delineando a la vez el horizonte de la lucha. Al inicio, las mujeres, tenían la disposición de producir común en el espacio sindical de la política masculina, sin embargo al ver que capital, el estado y el patriarcado (la amalgama) se “compran a la dirigencia masculina”, erosionan el sindicato por ser reproductores de la dominación patriarcal, y traman su propia política en sus centros de mujeres para disputarle a la dominación lo que consideran suyo, las mujeres ponen en crisis los espacios mixtos con su forma de hacer política en femenino .

10 Gago (2019).

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Al mirar con detenimiento el despliegue de la lucha antipetrolera de las mujeres de Tari quía, Bolivia, se hace comprensible que el hacer político de las mujeres cuida y empuja la autonomía política que se encarna en la forma orgánica que va a garantizar la reproducción de la vida comunitaria. La labor de las mujeres ha sostenido prácticas que representan uno de los ejercicios de autonomía más importantes en el país.

En la trama de Tariquía, las dirigentes mujeres conforman un tipo de núcleo plástico vivo que va moldeándose según se va luchando. Desde ese lugar de enunciación, se reproduce un tipo de dirigencia que mira en las prácticas de la reproducción la solidez de su hacer. Desde ahí mira también el espacio territorial de la Reserva como el lugar de garantía de reproducción de la vida en interdependencia. “Estamos aquí también por los animalitos, por el agua y por las plantas de la reserva, nosotras también les vamos a defender a ellos”, señalan las mujeres, por lo tanto, la lucha incluye a lo no humano.

La crítica a la izquierda que Federici (2018) y Dalla Costa (2009) realizan en sus trab ajos sobre la campaña del salario y la invisibilidad del trabajo reproductivo de las mujeres en la propuesta marxista, anima a plantear lo siguiente: poner en el centro la reproducción de la vida es asimismo, introducir en el debate teórico y político boliviano la crítica fundamental sobre quiénes son lxs sujetos de las rebeliones actuales, y las luchas concretas dentro de los segmentos de la izquierda11 , estableciendo que el tipo de dirigencias que nos arrojan poco tienen que ver con los ideales vanguardistas de la izquierda clásica, en general aún está acostumbrada a iluminar los rasgos patriarcales de la política.

La cohesión y fuerza regeneradas sobre todo a través de la práctica del “entre mujeres” (Menéndez 2018) ha impulsado sus luchas permitiendo el despliegue de la deseidad femenina de intervenir políticamente en la vida colectiva, con el fin de impedir la ejecución de proyectos extractivistas en los territorios comunitarios (Gutierréz y López 2019).

La propuesta es mirar la lucha por lo común en los liderazgos femeninos - no centrados en un individuo único, los liderazgos de las mujeres se producen de a dos o en colectividad - y están rompiendo con “lo canónico” (Gutiérrez 2016), a través de sus prácticas cotidianas y en la lucha desplegada.

11 María Rosa Dalla Costa (1977), Silvia Federici (2013) (2018) desde la campaña por salario para el trabajo comenzaron un debate muy interesante sobre el marxismo. Federici sostiene la necesidad de introducir la mirada sobre la invisibilidad del trabajo reproductivo realizado por las mujeres en los nuevos procesos de acumulación originaria a partir de una mirada general sobre ciertos procesos en América Latina.

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E-mail: cklopez@gmail.com

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PRODUCIR LO COMÚN PARA SOSTENER Y TRANSFORMAR LA VIDA: algunas reflexiones desde la clave de la interdependencia

Raquel Gutiérrez Aguilar Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP)

Mina Lorena Navarro Trujillo Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP)

RESUMEN

Desde hace varios años, hemos impulsado en el Seminario de Investigación de Entramados Comunitarios y Formas de lo Político,* una perspectiva que enfoca la atención en la variopinta y polimorfa manera en que diversos colectivos humanos, indígenas y no indígenas, se empeñan en luchar de manera cotidiana y extraordinaria para garantizar las condiciones materiales y simbólicas de su propia (re)producción, mediante prácticas políticas que llamamos producción de lo común. Sobre esta temática versará la primera parte de este trabajo. En la segunda parte, presentaremos de forma ordenada, algunas de las síntesis parciales que hemos alcanzado en el trabajo colectivo de investigación. El objetivo es poner a discusión algunos elementos de lo que consideramos un horizonte de transformación social comunitario-popular en franco desenvolvimiento, ante el despliegue de los contenidos y ofensivas devastadoras del complejo capitalista- colonial y patriarcal que está poniendo en entredicho las condiciones de reprodución de la vida.

Palabras clave: Producción de lo Común. Reproducción de la Vida. Interdependencia. Luchas En Defensa De La Vida. Ecología Política. Feminismos .

PRODUCE THE COMMON TO SUSTAIN AND TRANSFORM LIFE: some reflections from the key to interdependence

ABSTRACT

For several years now, we have promoted a perspective that focuses attention on the multicolored and polymorphic in the various human groups, indigenous and non-indigenous, committed to fight in a manner that is consistent in the Research Seminar on Community Framing and Forms of Politics. This policies we call production of the common. On this subject will be the first part of this work. In the second part, we present the ordered form, some of the partial syntheses that we have achieved in the collective work of research. The objective is to put into discussion the elements that we consider a popular social social horizon in frank development, before the deployment of contents and devastating offensives of the capitalist, colonial and patriarchal complex that is in the interdict the conditions of reproduction of life.

* El Seminario de Entramados Comunitarios y Formas de lo Político es un espacio permanente de investigación que tiene sede en el Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), en la ciudad de Puebla, México.

https://horizontescomunitarios.wordpress.com/seminario-de-entramados-comunitarios/ .

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AGUILAR, Raquel Gutiérrez PRODUCIR LO COMÚN PARA

TRUJILLO, Mina Lorena Navarro SOSTENER Y TRANSFORMAR LA VIDA: …

Keywords: Production of Commons. Reproduction of Life. Interdependence. Struggles in Defense of Life.Political Ecology and Feminisms .

CONFLUÊNCIAS | ISSN: 2318-4558 | v. 21, n.2, 2019 | pp. 298-324 299