LAS TESIS DESESCOLARIZANTES DE IVÁN ILLICH EN LOS PRIMEROS AÑOS 1970 EN ARGENTINA. La traducción de una polémica italiana en la Revista de Ciencias de la Educación (1970-1975)
Universidad de Buenos Aires (UBA)
Buenos Aires, Argentina
DOI: https://doi.org/10.22409/mov.v7i12.42233
RESUMEN
La Revista de Ciencias de la Educación (RCE) (1970-1975) estuvo dirigida por Juan Carlos Tedesco y agrupó a jóvenes egresadas y egresados de carreras de Ciencias de la Educación de universidades argentinas. La publicación animó una crítica no sólo al conservadurismo educativo y a las posiciones liberales; también a las propuestas pedagógicas que encontraban fundamentos en Paulo Freire o en las tesis descolarnizantes de Ivan Illich. En su número 10 (octubre 1973), la RCE reprodujo un debate político-pedagógico italiano entre fines de 1972 y principios de 1973 en torno a los planteos de Illich. Concretamente, tradujo y compiló una polémica aparecida en la Rivista riforma della scuola y en el periódico Il Manifesto. El artículo se propone la reconstrucción de las características de esta polémica y sugiere que su inclusión en el número 10 de la RCE, se debió, en una buena medida, a la coyuntura abierta por la asunción del gobierno de Cámpora en mayo de 1973 en Argentina. Ante una coyuntura permeable a la intervención político-pedagógica, la RCE tendió a homologar e impugnar los planteos de Paulo Freire e Iván Illich. Se considera que tal operación se efectuó para dialogar críticamente con franjas de la izquierda peronista que tenían capacidad para incidir en la orientación de las políticas y programas educativos por parte del gobierno nacional, administraciones provinciales o las universidades.
Palabras claves: Revista de Ciencias de la Educación. Polémica italiana. Ivan Illich. Propuestas pedagógicas.
THE NO SCHOOLING THESIS OF IVAN ILLICH IN THE BEGINNING OF THE 1970s’ IN ARGENTINA. The translation of an italian polemic in Journal of Science Education (1970-1975)
ABSTRACT
The Revista de Ciencias de la Educación (RCE) (1970-1975) was directed by Juan Carlos Tedesco and put together Young graduates in Science of Education by Argentine universities. The publication encouraged a criticism to both educational conservatism and liberal positions; also the pedagogical proposes which had his foundation in Paulo Freire or in the thesis no schooling of Ivan Illich. In the number 10 (october 1973), the RCE reproducted a political-pedagogical italian debate of late 1972 and early of 1973 around Illich proposes. Concretely, it translated and compiled a polemic arised in the Rivista Riforma della Scuola and in the newspaper Il Manifesto. The paper proposes the reconstruction of the characteristics of this polemic and sugests that its inclusion in the number 10 of RCE, largely due to the open situation by the assumption of Cámpora government in May 1973 in Argentina. Faced to a context response to political-pedagogical intervention, the RCE tended to homologate and contest Paulo Freire and Iván Illich proposes. Considering that this operation was realized to dialogue, critically, with Left parties of Peronism that had the capacity to influence educational policies and programs of part of national government, provincial administrations or universities.
Keywords: Journal of Science of Education. Italian polemic. Ivan Illich. Pedagogical proposes.
AS TESES DESESCOLARIZANTES DE IVAN ILLICH NO INÍCIO DOS ANOS 1970 NA ARGENTINA. A tradução de uma polêmica italiana na Revista de Ciências da Educação (1970-1975)
RESUMO
A Revista de Ciencias de la Educación (RCE) (1970-1975) foi dirigida por Juan Carlos Tedesco e agrupou jovens formadas e formados em Ciências da Educação de universidades argentinas. A publicação incentivou uma crítica não só ao conservadorismo educativo e às posições liberais; também às propostas pedagógicas que encontravam fundamentos em Paulo Freire ou nas teses decolonizantes de Ivan Illich. Em seu número 10 (outubro 1973), a RCE reproduziu um debate político-pedagógico italiano entre fins de 1972 e princípios de 1973 em torno das propostas de Illich. Concretamente, traduziu e compilou uma polêmica surgida na Rivista Riforma della Scuola e no jornal Il Manifesto. O artigo propõe a reconstrução das características desta polêmica e sugere que sua inclusão no número 10 da RCE, se deveu, em boa medida, à conjuntura aberta pela assunção do governo de Cámpora em maio de 1973 na Argentina. Diante de uma conjuntura permeável à intervenção político-pedagógica, a RCE tendeu a homologar e contestar as propostas de Paulo Freire e Iván Illich. Considera-se que tal operação foi realizada para dialogar criticamente com faixas da esquerda peronista que tinham capacidade para influir na orientação das políticas e programas educativos por parte do governo nacional, administrações provinciais ou universidades.
Palavras-chave: Revista de Ciências da Educação. Polêmica italiana. Ivan Illich. Propostas pedagógicas.
Introducción
La Revista de Ciencias de la Educación (RCE) fue una publicación periódica que contó con catorce números y se publicó entre abril de 1970 y septiembre de 1975. Editados sus primeros doce ejemplares en la ciudad de Buenos Aires, el último número doble se confeccionó en la ciudad de Rosario. Con una tirada aproximada de entre tres mil y cuatro mil ejemplares, sus números se agotaban rápidamente. Los estudios acerca de la RCE (SUASNÁBAR, 2004; AMAR, 2016; entre otros) coinciden en señalar su relevancia para el campo educativo argentino durante su lustro de existencia. Dirigida interrumpidamente por Juan Carlos Tedesco, la RCE se constituyó como punto de referencia de la teoría crítica educativa argentina.
A través de la RCE, el director conglomeró a jóvenes egresadas/os de la carrera de Ciencias de la Educación (en primer término de la Universidad de Buenos Aires –UBA-, y más tarde de universidades como Córdoba, La Plata y Tucumán). En tanto que formaciones (WILLIAMS, 1977), las revistas culturales de la época como la RCE operaron como espacio de expresión y reclutamiento de jóvenes disconformes, excluidos o renegados de las instituciones culturales o políticas. La búsqueda de lugares alternativos a la institución universitaria por franjas críticas era un fenómeno recurrente por ese entonces que se expresó, por ejemplo, en la fundación, en octubre de 1969, de la Asociación de Graduados en Ciencias de la Educación (AGCE). Con todo, la RCE se erigió en clave antagónica respecto a las posturas católicas hegemónicas por entonces en el Departamento de Ciencias de la Educación de la UBA y como una instancia de legitimación a la vez horizontal y vertical: entre pares y contra mayores.
Además de la oposición al conservadurismo católico educativo, la RCE tomó distancia de las posiciones liberales y cientificistas en el ámbito pedagógico que ante la intervención universitaria hacia mediados de 1966 por parte de la dictadura encabezada por el General Onganía, fueron desplazadas de Departamento de Ciencias de la Educación de la UBA y encontraron refugio en el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Educación - Instituto Torcuato Di Tella. Quien comandaba el Centro era Gilda Romero Brest, directora del Departamento Ciencias de la Educación de la UBA entre 1961 y 1966. Las y los jóvenes aglutinados en torno a la RCE mantuvieron una posición crítica respecto a estas posturas liberales. Retenían la importancia de la ciencia, como sugerían las perspectivas modernizadoras tan presente en la cultura académica de los años 1960/70. De hecho, en la nominación de la revista trasuntaban huellas cientificistas: se trababa de abordar científicamente al objeto educativo. Pero, a diferencia del cientificismo liberal, la RCE buscó establecer, como otras franjas intelectuales de la época, una articulación dinámica entre el abordaje científico y el compromiso político. Siguiendo los principios bourdianos del campo (BOURDIEU, 1991), se podría decir que los jóvenes miembros de la RCE actuaban como agentes recién llegados al terreno educativo, dispuestos a competir por el capital científico detentado por la dominante tecnocracia educativa de orientación cristiana y los liberales modernizadores, desde una explícito compromiso con la transformación radical de la sociedad.
A partir de la tensión entre afán científico y compromiso político se pueden distinguir dos etapas de la revista: del primer número (abril 1970) hasta el nº 7 (abril 1972), y de éste hasta su última aparición con el número doble 13-14 (septiembre 1975). El criterio de delimitación reposa en la creciente radicalización del discurso pedagógico de la revista, particularmente a través de la inclusión de autores/as y debates provenientes del marxismo (como se verá en el n° 10). Se podría decir que aunque persistió el afán científico de la revista, el compromiso político y el discurso marxista signaron la segunda etapa de la publicación.
Respecto al arco pedagógico crítico en Argentina durante los primeros años 1970, la RCE estructuró un discurso crítico hacia el peronismo y, particularmente, a sus expresiones pedagógicas de izquierda. Aunque las filiaciones políticas de los/as integrantes del Consejo de Redacción no eran homogéneas y, de hecho, alguno/as de sus miembros se ubicaban en el peronismo revolucionario, la RCE vertebró una impugnación al peronismo al menos en dos planos. En primer lugar, la caracterización global del peronismo en una serie de artículos (SILBER, 1972; GARCÍA, 1972; entre otros) en términos de un proyecto burgués, conciliador entre las clases sociales, o lisa y llanamente como “bonapartismo”. La demarcación, de igual modo, implicó también reconocer aspectos progresivos de la tentativa populista para la clase trabajadora. El segundo plano de impugnación a las corrientes populistas de izquierda, residía en los fundamentos de su teoría educativa. La RCE moduló un discurso pedagógico que pretendía distanciarse o, al menos, sospechar de los postulados de Iván Illich y Paulo Freire, particularmente gravitante éste último en franjas de la izquierda peronista. Según la RCE, estas franjas pedagógicas que se apoyaban en el educador brasilero terminaban por orientar sus prácticas educativas hacia la acción política y social, más que hacia la reflexión epistemológica y metodológica sobre la educación.
Precisamente en el n° 10 (octubre de 1973), la RCE abrió sus páginas para dirimir un debate con las posturas pedagógicas de Iván Illich y Paulo Freire que contaban con una amplia acogida y circulación en América Latina. Aunque Freire tomó una implícita distancia de la perspectiva illichiana en los años 1970, la RCE los presentaba de manera convergente. En otras palabras, la publicación mostraba la cercanía entre dos perspectivas que no eran llanamente asimilables: mientras Illich construyó teóricamente un acercamiento con el ideario de Freire, éste no explicitó su convergencia con aquel en los años 1960/70. A pesar de ello, la editorial del número 10 aseguraba que ambos compartían una reformulación y actualización de los postulados escolanovistas de los años 1930 y, por tanto, mostraban limitaciones para situar a la educación (tanto en su faz práctica como teórica) en el contexto más amplio de la lucha de clases.
Si bien la editorial insinuaba un debate con ambos pedagogos, el número se concentró fundamentalmente en las tesis del pedagogo austriaco Iván Illich1. Para abordar tales tesis dedicó, llamativamente, buena parte de sus páginas (3-19) a reproducir un debate italiano. Hacia el final de ese mismo número, la RCE reeditó una entrevista a Paulo Freire realizada y publicada en Chile por Cuadernos de Educación (Serie Orientaciones) en su número 26 (1972, p. 2-10).2 Aunque la RCE se mantenía distante de la perspectiva freiriana, en la presentación de la entrevista aseguraba un espíritu autocrítico por parte del pedagogo brasilero respecto a sus libros (La educación como práctica de la libertad y Pedagogía del Oprimido) que denotaba “un significativo acercamiento al marxismo” (p. 50), lo que parecía fundamentar su inclusión.
La reproducción de un debate italiano en las páginas de la RCE resultaba llamativa, entre otras razones, porque constituía una radical novedad: el medio italiano había permanecido relegado por parte de la revista. La publicación frecuentaba circuitos culturales extranjeros pero hasta el número 10 el principal polo de referencia europeo había resultado Francia. Más aún, si se observa los números siguientes hasta la desaparición de la revista, es posible concluir que el número en cuestión centrado en el medio italiano resultó una extrañeza. ¿Qué condujo entonces a la reproducción de una discusión italiana? ¿Cuáles fueron los motivos para que una discusión en la península arribara al otro lado del atlántico? ¿Qué modulaciones animaban al debate italiano y cuáles eran sus correspondencias con los contornos de la crítica pedagógica emprendida por la RCE en Argentina?
Parafraseando a Bourdieu (1997), se asume que para tornar inteligible la traslación de una obra es preciso un doble movimiento: primero, comprender el campo de producción de la pieza traducida y, luego, establecer las condiciones del campo en que esta pieza fue recibida y puesta en circulación. Estas coordenadas parecen fructíferas para indagar la traducción efectuada de la polémica italiana por la RCE que se conformó como instancia mediadora entre el campo político-educativo de la península y el argentino. En ese sentido, el artículo cuenta con dos momentos: primero, reconstruye los rasgos principales de la polémica en torno a las tesis illichianas que tuvo lugar en Italia hacia fines de 1972 y principios de 1973; segundo, hipotetiza sobre las razones que condujeron a la RCE a traducir y compilar aquella polémica en el vertiginoso año argentino de 1973.
1. La polémica política y pedagógica italiana sobre las tesis de Iván Illich
Como se decía, para abordar las tesis ilichianas, la RCE abrió su número 10 reproduciendo una polémica del medio italiano a fines de 1972 y principios de 1973 (p. 3-19). Presumiblemente, como en otras ocasiones, la traducción se efectuó sin solicitar permiso alguno. Tampoco se citaron con exactitud las referencias bibliográficas. La RCE primero, repuso la posición de Lombardo Radice ante las tesis illichianas aparecida en noviembre de 1972 en la Rivista riforma della scuola (órgano educativo del Partido Comunista Italiano, PCI); luego la postura del pedagogo católico Attilio Monasta publicada en la misma revista en febrero de 1973; siguió con la intervención de Rossanda Rossanda en el periódico Il Manifesto del 29 de diciembre de 1972 que polemizó con las tesis de Illich y Radice; cerró, con una breve contribución de Lombardo Radice también para la Rivista riforma della scuola que había aparecido luego del manuscrito de Monasta, en febrero de 1972.3 Tal vez para conservar un registro local, al debate se añadieron dos artículos críticos de las tesis illichianas de dos jóvenes pedagogos argentinos: Ricardo Nassif (p. 20-34) y Guillermo García (p. 59-64), éste último miembro del Consejo de la redacción de la RCE desde el n° 7 (abril 1972).
La Rivista riforma della scuola era el órgano educativo del Partido Comunista Italiano (PCI). Nacida en noviembre de 1955, el reconocido pedagogo comunista Lombardo Radice se hizo cargo de la dirección hasta su fallecimiento en 1982. La aparición de la revista era síntoma de un paulatino giro de la política, en general, y educativa, en particular, por parte del Partido: si en el período 1947-1955, el PCI se limitó a defender el carácter laico de la escuela pública y detener las iniciativas tendientes a favorecer a las escuelas confesionales por parte de la Democracia Cristiana (DC), hacia mediados de los 1950 la escena político-educativa se vio alterada por la movilización y huelga de los sindicatos magisteriales. El PCI contaba con otras publicaciones educativas, pero era preciso renovar sus instrumentos pedagógicos. Es decir, aquellos registros propios de los años de la resistencia al fascismo debían dar paso a intervenciones capaces de atender a la especificidad nacional y reencontrar el diálogo con la sociedad civil y la comunidad escolar. La pretensión reformista, expresada en la propia nomenclatura de la revista, respondía al paulatino giro del PCI. En este sentido, se podría decir que la Rivista riforma della scuola anticipó el cambio en la política que anunció el Secretario General del PCI un año más tarde en el VIII Congreso (Roma, diciembre 1956), cuando Palmiro Togliatti invitó a renunciar a la intransigencia del pasado y bregar por una vía nacional al socialismo (ALBA, 2014).
Decisivo en este cambio de la política del PCI fueron las consecuencias de XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) (entre el 14 y el 26 de febrero 1956) que arrojó luz sobre el régimen represivo durante la época stalinista y convulsionó a la órbita comunista. En Europa occidental, el PCI fue pionero en impulsar la reorganización de las fuerzas. Eclipsado durante los años más duros de la guerra fría, las temáticas de la revolución en occidente y la vía italiana al socialismo, adquirieron una dimensión inusitada. A través del tratamiento de estos tópicos, el PCI no sólo obtenía cuotas de autonomía respecto al centro moscovita; también y fundamentalmente, asumía una nueva responsabilidad en relación con el papel del comunismo en Europa occidental. El Partido dirimió la voluntad renovadora y apertura que se derivaba del XX Congreso en clave de un reposicionamiento en la geopolítica comunista. El camino entre una pretensión renovadora y la conservación de la identidad comunista condujo a reiteradas tensiones con el PCUS durante los años 1950/60.4
Un punto de inflexión entre ambas formaciones acontecerá en agosto de 1968 con otro acontecimiento que convulsionará al arco comunista internacional: la respuesta a través de los tanques del Pacto de Varsovia por parte del PCUS a los aires renovadores provenientes de Praga. El PCI había manifestado afinidad con el proceso checoslovaco comandado por Alexander Dubcek y su construcción de un socialismo con rostro humano. A diferencia de otros partidos comunistas, desde un principio el PCI condenó abiertamente la invasión. Aunque la dirección descartó la ruptura, la animosidad, crítica y tensión con el PCUS alcanzó un punto inaudito. Dentro del partido, existieron posturas más radicales: el ala izquierdista dinamizada por Pietro Ingrao, Luigi Pintor o Rossanda Rossanda llegó a cuestionar en el XII Congreso del PCI (Bologna, 8-15 febrero 1969) la vocación revolucionaria y la propia la naturaleza socialista de la URSS. Otro polo de la órbita comunista asomaba como punto de referencia para esta díscola franja: la revolución cultural china que emergía como una experiencia socialista desburocratizada (HÖBEL, 2008; BENCI, 2009).
La cuestión checa se jalonó con la aparición en escena del potente movimiento estudiantil a escala internacional y en la propia Italia que también convulsionó la escena política y al propio PCI. Alrededor de 1968, ya sea con inmediata anterioridad o posterioridad, se anudo una significativa movilización a nivel internacional y europeo que implicó, entre tantos efectos, una abierta impugnación al reformismo comunista por parte de una nueva izquierda surgida al calor de los años 1960. La manera de responder a este potente y heterogéneo movimiento no fue homogénea en el arco comunista europeo. En el caso italiano, el Partido Comunista presentó una actitud más abierta y dialoguista que su homólogo francés. De todas maneras, la radicalización política y el surgimiento de nuevas formaciones de izquierda impugnaron la perspectiva política del PCI. La vieja polémica entre reforma y revolución cobró una particular actualidad, recorriendo al PCI y a las páginas de su revista pedagógica.
En enero de 1969, Rivista riforma della scuola prosiguió la indagación del asunto que recorría las calles europeas y también italianas: el papel de la escuela, su rol reproductor y la lucha por el derecho al estudio (CORNACCHI, 2018). Luego de una breve editorial que mostraba los límites del espíritu reformista del gobierno, la revista presentó un artículo de Radice con el título “Scuola y lotta di clase” (p. 3-5) que buscaba inaugurar el debate en torno al carácter de la escuela en la sociedad capitalista, la estrategia revolucionaria y las tareas del magisterio. La revista llamaba a un debate con diversas posiciones y figuras. Reunió breves artículos hasta el número 10 (octubre 1969) donde se cerró el debate a través de la transcripción de una mesa redonda entre los directores de la revista: Lucio Lombardo Radice, Mario Manacorda y Francesco Zappa (p. 3-10).
En el artículo introductorio al debate, Radice centró su crítica en aquellas corrientes del movimiento estudiantil que desestimaban cualquier propuesta de reforma del sistema educativo al no ser más que meras racionalizaciones del propio sistema educativo, de la “escuela de patrones”. Según el autor, tal actitud extremista sólo derivaba en una permanente contestación y parálisis del sistema educativo, para una supuesta conquista del poder. Se terminaba por desechar así cualquier modificación parcial. Frente a esta tesis, Radice oponía otra que recuperaba las virtudes de una política reformista y la inclusión de los sectores populares en el sistema educativo.
En postura diversa a Radice expuso Rossanda Rossanda, quien no sólo había participado del Comité Central del PCI y operado como responsable cultural del Partido. También había integrado el comité de redacción en 1968 (hasta el número 8-9 -agosto/septiembre- cuando desaparece la figura del comité) de la Rivista riforma de la scuola. En el número doble 8-9 (agosto-septiembre 1969) intervino en el debate siguiendo los ejes propuestos que igualmente consideró esquemáticos (p. 68-69). La autora cautivaba expectativas sobre el movimiento estudiantil del 1968 y se mantenía distante de aquellas posturas comunistas (como las del PCF o, al interior del PCI, la de Giorgio Améndola) que condenaban y calificaban la contienda estudiantil como infantilismo extremista.5 Para Rossanda, el valor de la reforma del sistema educativo no se encontraba en su viabilidad sino más bien en la capacidad por provocar una toma de conciencia, una reflexión activa sobre la cultura, la formación y sus fines por parte de los sectores populares; si, en definitiva, la reforma favorecería o no la organización de la lucha al interior o fuera del aparato escolar. Por este motivo, la principal tarea del magisterio era desmitificar permanentemente el papel del sistema educativo y lograr mover los equilibrios entre las clases; no confiar en la gradual y progresiva reforma de la sociedad y del sistema educativo sino más bien aumentar en la propia escuela las tensiones políticas de la sociedad; alterar la tendencia a la inercia y neutralización por parte la institución escolar de las luchas sociales.
La distancia pedagógica entre Radice y Rossanda tenía su correlato político. En junio de 1969, el PCI comenzó a publicar la revista mensual Il Manifesto dirigida por Lucio Magri y la propia Rossana Rossanda que expresaba al ala izquierdista del Partido encabezada por Pietro Ingrao. La revista tematizó asuntos que eran patrimonio constitutivo del grupo: un juicio crítico y severo sobre el socialismo real; la condena a la postura internacional de la URSS y su política hacia Chescoslovaquia; la afinidad por la Revolución cultural china; la actualidad y factibilidad de la revolución en Europa occidental; la impugnación a la estrategia reformista de los partidos comunistas. A esta disidencia programática, es preciso añadir las intensas jornadas de lucha de la clase obrera italiana entre septiembre y diciembre de 1969 que se plegarán a las agitaciones estudiantiles y serán recordadas como el autunno caldo. Entre las reivindicaciones sobresalió el derecho y democratización de la educación. En este convulsionado marco, concretamente en noviembre de 1969, el Comité Central del PCI decidió expulsar a su fracción izquierdista, es decir, a los promotores de la revista Il Manifesto que detentaban un nivel y una cualificación destacada al interior del Partido: desde Rossana Rossanda a Lucio Magri y Luiciana Castellina, junto a un pequeño grupo de parlamentarios como Massimo Caprara, Aldo Natoli, Eliseo Milani, Liberato Bronzuto y Luigi Pintor (GIACHETTI, 2006). Entre los pocos miembros del Comité Central que votaron contra la expulsión se encontraba Lombardo Radice.
En los primeros años 1970, el PCI continuó insistiendo por un gobierno con una orientación democrática, antifascista y reformadora. Con la DC mantuvo su delimitación política, pero exploró constantemente puntos de encuentro. Aún en la oposición, se esforzaba por mostrarse como una fuerza política capaz de devenir gobierno. En el plano internacional, tal exploración se registró en la pretensión de atenuar o bien superar la división del globo entre dos bloques irreconciliables: EEUU y la URSS (HÖBEL, 2010). Para tal fin, el PCI tejió alianzas con distintas fuerzas del mundo político europeo (desde la socialdemocracia alemana hasta socialistas franceses y sectores católicos) e intentó influir en la política exterior de la DC italiana, concretamente en el ala progresista representada por Aldo Moro. En el plano nacional también el PCI buscó acercamientos y diálogos con la DC y socialistas. Por entonces, dos experiencias internacionales convalidaban su línea política: el gobierno de Allende en Chile que había llegado al poder en 1970 a través de la coalición de la Unidad Popular y los progresivos acercamientos en Francia entre fuerzas de izquierdas que se materializarán en las elecciones de marzo de 1973, cuando unidas en un programa común obtuvieron notables resultados.
El PCI buscaba crear las condiciones necesarias para forzar a la DC a formar gobierno junto a comunistas. Sin embargo, a pesar de que en las elecciones de mayo de 1972 la DC y el PCI obtuvieron alrededor del 66% de los votos (38,7% y 27,1 % respectivamente), los primeros formaron un gobierno encabezado por Andreotti y apoyado por fuerzas del centro del arco político italiano. La DC se mostraba antifascista pero también renovaba su clausura hacia las filas comunistas.
La voluntad del PCI por establecer diálogos y debates con las fuerzas progresistas de la DC se dirimió en las páginas de su revista Riforma della scuola a propósito de las tesis pedagógicas de Illich. Este católico austriaco que había fundado en los años 1960 en Cuernava (México), el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) en el que participaban intelectuales tales como Paul Goodman o Everett Reimer, emergía como una figura pedagógica comprometida con los sectores populares del tercer mundo en los años 1960/70. Sus libros tuvieron una importante repercusión. Por ejemplo, Descolarización de la sociedad aparecido en Francia en 1971, tenía 700.000 ejemplares vendidos hacía fines de 1972. En Italia durante 1972 se publicaron dos de sus más importantes obras: Desescolarizzare la societá (editorial Mondatori) y Distruggere la scuola (editado por el Centro di documentazione Pistoia) que exponían sus tesis descolarizantes. Rápidamente la Rivista riforma della scuola tomó posición. El director de la revista, Lombardo Radice, encabezó la crítica en el número 11 (noviembre) de 1972 en la sección Verso la scuola / teoría. Reprochaba al espontaneismo illichiano, a su ilusa voluntad por retornar a un pasado educativo artesanal y, en definitiva, a soslayar el carácter liberador para la clase trabajadora de la instrucción elemental obligatoria. Según Radice, aún cuando era preciso su reforma, la escuela estatal históricamente había contribuido a cuestionar el monopolio cultural burgués, por lo que su llana destrucción no resultaba progresiva. 6
La crítica de Radice será cuestionada algunos números más adelante desde la propia la Rivista riforma della scuola con otra postura política divergente. Presumiblemente debido a la política del PCI de diálogo con sectores católicos, la revista decidió abrir sus páginas a un pedagogo y miembro del ala izquierdista de la DC que comulgaba con las tesis illichianas: Attilio Monasta (SANTAGATA, 2013). En el número 2 del año 1973 (febrero), aparecerá un artículo del autor (p. 27-30), seguido con una réplica de Radice (p. 31-32) en la sección Verso La sucola / teoría. Vinculado a la revista humanista Testimonianze (fundada en 1958) y a experiencias educativas renovadoras del mundo católico en la ciudad de Florencia, posiblemente Monasta encontraba en Illich, también ligado a los sectores radicalizados del ambiente eclesiástico, una defensa de su perspectiva: liberar al ser humano de las instituciones alienantes tales como la escuela que socavaban su potencialidad. A diferencia de Radice, para Monasta no se trataba de extender la cultura burguesa sino más bien, tal como proponía Illich, oponer modelos culturales y pedagógicos diversos que logren quebrantar aquella cultura y contribuir al crecimiento de la conciencia popular. Pero además de abrir una polémica con sectores católicos, seguramente la elección de Monasta por parte de la Riforma della scuola tenía razones específicas. El autor constituía una referencia en el abordaje de las tesis illichianas: en la revista Testimonianze había publicado artículos (en 1968 y 1970) sobre el tópico y estaba a cargo de la traducción del libro de Illich Celebration of awareness que verá luz en 1973 en Roma a través de la editorial Armando bajo el título Rovesciare le istituzioni (con prefacio de Erich Fromm).7 También Monasta era compañero de ruta de otro católico radicalizado y tercermundista: Paulo Freire. El pedagogo florentino constituía así un polemista de renombre que le otorgaba al debate una calidad particular.
Quien se entrometerá en la polémica será Rossanda Rossanda, una de las principales animadoras del grupo Il Manifesto. Ya fuera del PCI, el colectivo conservó la nominación de la revista que habían editado. En septiembre de 1970, Il Manifesto presentó su programa, intentando ocupar un espacio intermedio en el campo político de la izquierda italiana: punto de referencia y agregación para quienes se encontraban en una posición fronteriza entre los partidos reformistas de la izquierda tradicional (como el PCI o el PSI) y las agrupaciones de la nueva izquierda. Exploró vínculos con Potere Operaio, con quien celebró un congreso en febrero de 1971. Sin embargo, el mentado proyecto de unificación no se logró. Luego de esta desventura, el grupo decidió publicar un periódico denominado Il Manifesto que aparecerá en abril de 1971. Aunque conservaba el nombre de la revista mensual publicada al interior del PCI, sus características eran bien distintas: Il Manifesto se transformaba ahora en un periódico que pretendía arribar a un público más vasto que el estrictamente militante. Sin publicidad y completamente autofinanciado, el diario apareció con cuatro páginas abocadas en gran medida a la política internacional y nacional (LENZI, 2016).
Con el periódico como estructura política, Il Manifesto se presentó a las elecciones generales de mayo de 1972. Junto a él, convivieron otras listas ubicadas a la izquierda del PCI: Partito Socialista di Unità Proletaria (PSIUP); Servire il Popoplo (SP); Movimento Político dei Lavoratori (MPL). Ante un voto disperso, ninguna de estas fuerzas consiguió representación parlamentaria. El desempeño electoral abrió un debate sobre los caminos y perspectivas políticas. La dirección del PSIUP decidió una confluencia con el PCI, otro sector se inclinó por caminar hacia el PSI, mientras otra tendencia se dispuso a abrir un debate con agrupaciones de la nueva izquierda. También al interior del MPL existían posiciones minoritarias que bregaban por una confluencia con franjas de la nueva izquierda. Ambas tendencias decidieron alejarse de sus formaciones y comenzar un proceso de diálogo y acercamiento que culminará con la fundación del Partito de Unità Proletaria (PDUP) en diciembre de 1972. Compartían cierto arraigo en la vida sindical y un diagnóstico: el ciclo político abierto por el movimiento de los años 1968/69 no estaba cerrado y la orientación del PCI hacia un diálogo con la DC representaba una opción conservadora.
El espacio político a ocupar por el PDUP, esto es, a la izquierda del PCI, tendía a coincidir con ll Manifesto. También golpeado por los resultados electorales, ll Manifesto siguió con atención el proceso de fundación del PDUP y decidió explorar una posible convergencia desde fines de 1972 y buena parte de 1973. Pero su hipótesis estratégica era más radicalizada: se trataba de introducir permanentemente contradicciones en los sindicatos para aumentar el conflicto político-social; más que deambular por un delicado equilibrio y jerarquizar el diálogo con otras fuerzas políticas (entre ellas, con el PCI) para un trabajo conjunto en los sindicatos como sugería el PDUP, Il Manifesto pretendía contrarrestar las presiones a la estabilización que provenían del propio sistema. Aún cuando el campo político se mostraba favorable para la convergencia dada la dificultad que mostraban el PCI y el PSI para delinear una estrategia alternativa a la DC, estas contraposiciones demorarán la confluencia entre ambas formaciones (LENZI, 2012).
En este marco de reorganización de la escena política, apareció el 29 de diciembre de 1972 (p. 3) en el periódico Il Manifesto el breve escrito de Rossanda sobre la tesis illichianas en la sección Libri que la RCE reproducirá. El mismo buscaba mostrar la perspectiva reformista que se escondía tanto en Illich como en Radice. En principio, la autora coincidía con Radice en su reproche a IIIlich: el pedagogo austriaco prescindía de la revolución para efectuar las transformaciones educativas; es decir, su propuesta pedagógica alternativa al Estado burgués no precisaba de la revolución para su materialización. Radice tenía razón: IIlich era un reformista. Pero, según Rossanda, el límite de Radice era de signo igual pero opuesto lo que terminaba por volverlo también un reformista: mientras el sacerdote pretendía cambiar la sociedad sin revolución, él pensaba en una revolución que no alterara radicalmente a la sociedad sino que se moviese bajo las relaciones de propiedad existentes. En el esquema político de Radice, las instituciones (entre ellas, la escuela) al estar dirigidas en nombre de la clase obrera pasarían de transformarse de malas a buenas. Proseguía una lectura errónea y reduccionista del movimiento estudiantil del 68, colocando a Illich como una de sus genuinas expresiones: la crítica a la institución escolar sólo era pura negatividad y pura regresión a formas pre-capitalistas. En definitiva para Rossanda en ambos autores, estaba ausente una preocupación verdaderamente revolucionaria: construir un nuevo modelo de vida, de valores, de existencia que altere simultáneamente los mecanismos sociales y escolares capitalistas. No se trataba de cambiar la escuela sin cambiar la sociedad (IIIich), ni cambiar la sociedad sin cambiar la escuela (Radice) sino cambiar la sociedad y la escuela al mismo tiempo.
Brevemente Radice replicó a inicios de 1973 desde Rivista riforma della scuola las críticas propiciadas por Monasta y Rossanda. Expuso nuevamente su desacuerdo respecto a la exaltación de la cultura alternativa por parte de Monasta que terminaba por soslayar la herencia cultural de la humanidad en manos del espontaneísmo pedagógico. También le reprochaba la falta de actualidad de su propuesta: colocaba la experiencia de educación de adultos freiriana con campesinos en Brasil como paradigma, cuando la realidad educativa italiana resultaba bien distinta; el Estado contaba con una amplia cobertura. Respecto a Rossanda, Radice exponía el izquierdismo de la pedagoga italiana al sugerir que su propuesta no partía de la realidad educativa. Según el autor, la reforma que él postulaba hacia el sistema educativo resolvía de una manera más acertada la relación entre conservación y destrucción propia de todo proceso revolucionario.
2. Una coyuntura abierta a la intervención político-pedagógica
Sería difícil determinar en qué medida el Consejo de redacción de la RCE conocía las polémicas del medio italiano, pero la calidad y la envergadura de las figuras involucradas en torno al debate sobre las tesis de Iván Illich, parecía ameritar su reproducción. A través de la reedición de este debate, la RCE modulaba una estrategia ante la convulsionada y agitada coyuntura abierta con la asunción del gobierno de Cámpora en mayo de 1973 en Argentina. Si bien entrado el año 1973 las orientaciones conservadoras de Perón y su equipo político modificaron paulatinamente la escena política, es posible pensar que la coyuntura estaba abierta al debate sobre la intervención política y la elaboración de alternativas pedagógicas. En ese sentido, tal vez el n° 9 (mayo 1973) y el n° 10 (octubre 1973) de la RCE guardaron un registro relativamente similar: debatir sobre propuestas pedagógicas capaces de alterar concretamente al orden socio-educativo.
Los vertiginosos sucesos del año 1973 signaron a la RCE, como a otras revistas político-culturales de la época en Argentina. El declive de la dictadura y la asunción de Cámpora en mayo de 1973, anudaban expectativas que modificaban los contornos y exigencias de la crítica. Por ejemplo, en su último número la revista Envido (noviembre 1973) surgida en el marco de las Cátedras Nacionales de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), decidió quitar el subtítulo que la acompañaba: “cambiaron decisivamente las condiciones que hubieran posibilitado una cómoda continuidad de nuestra ‘revista de política y ciencias sociales’”, aseguraba su editorial. La revista Pasado y Presente reapareció en 1973 a través de dos números (en junio y diciembre). En su primera etapa (1963-1965), había llevado como proclama “Revista de ideología y cultura”, pero ahora la nominación sólo remitía a su frecuencia: “Revista trimestral”. Tanto los cambios en los subtítulos como la culminación de sendas revistas hacia fines de 1973, trasuntaban la densidad de una coyuntura que reclamaba no sólo una inmediata intervención sino también la elaboración de programas, propuestas y líneas de trabajo. En otras palabras, su periplo permanecía atado a una coyuntura que exigía no sólo un paso propositivo en términos genéricos, también incidir en determinadas políticas públicas y acciones gubernamentales.
Envuelta también en estas aporías, la RCE buscó tejer una intervención particular en el campo pedagógico. En la siempre conflictiva intersección entre la actividad cultural y la intervención política, propia de este tipo de revistas, la RCE trazó un círculo para señalar el lugar que ocupaba o aspiraba a ocupar; articuló, a su modo, el momento político (esto es, el campo de lo deseable y lo posible de cada proyecto) y el geográfico característico de cada revista (es decir, el espacio de circulación y el espacio imaginario en el que se ubicaba idealmente el proyecto) (SARLO, 1992). Colocada necesariamente en su tiempo al que pretendía moldear, la revista criticó abiertamente a aquellas vertientes que apoyadas en el pensamiento freriano o illichiano terminaban por hilvanar una crítica desescolarizante y jerarquizar prácticas pedagógicas más allá del sistema educativo; o bien, adeudaban sólidos fundamentos pedagógicos en la vertebración de propuestas y experiencias educativas disruptivas.
En el caso de Illich, su propuesta antiautoritaria no sólo se jalonaba en el campo pedagógico con intervenciones de autores como Louis Althusser, Georges Lappassade o Paul Goodman sino que además tenía particular gravitación en administraciones latinoamericanas. Por ejemplo, en Bolivia el gobierno del militar nacionalista y antiimperialista Juan José Torres invitó a Illich al Primer Congreso Pedagógico Nacional (celebrado en enero de 1970) (ROMO, 2012), editó sus trabajos (a través del Ministerio de Educación), mientras que el Ministro de Educación, Mariano Baptista Gumucio, publicó Salvemos a Bolivia de la Escuela (1971) con prólogo del pedagógico austriaco
En Argentina, a su vez, la RCE marcaba discrepancias con aquellas corrientes pedagógicas de la izquierda peronista que cercanas al ideario freiriano terminaban por subestimar el carácter científico de los estudios educativos. La revista dejó entrever sus expectativas en el gobierno camporista mediante la adhesión a determinadas corrientes que parecían fundamentar científicamente sus propuestas. Tal vez representativo al respecto sea la reproducción en su número 9 (mayo de 1973) del documento del Consejo Tecnológico del Movimiento Nacional Justicialista, “Bases programáticas para una Gobierno Justicialista. Capítulo de Educación y cultura” (p. 46-48). A cargo del científico y decano de la Facultad de Ciencias Exactas Rolando García, el Consejo, ante la inminente asunción de Cámpora, publicó una serie de cuadernillos programáticos para distintas áreas. La RCE reeditó aquel referido al plano educativo.8 Quizás, la revista encontraba en el derrotero de Rolando García cierto punto de convergencia: crítico del peronismo en los años 1950/60, García acompañó la radicalización de los sectores medios en los primeros años 1970 y se integró al movimiento peronista desde una postura científica y de izquierda. Precisamente desde esta conjunción entre compromiso político y afán científico, la RCE pretendió dialogar críticamente con propuestas y alternativas educativas animadas por la heterogenia izquierda peronista que encontraba en el pensamiento freiriano un punto de decisivo de apoyo.9 Por entonces, el Ministerio de Educación a nivel nacional a cargo de Jorge Taiana, algunas administraciones locales (conducidas por Obregón Cano en Córdoba, Ragone en Salta o Bidegain en Buenos Aires, entre otras) y universidades nacionales que eran dirigidas por nuevos decanos, aparecían como lugares privilegiados desde donde la izquierda peronista forjaba programas y alternativas educativas. Más allá de las tensiones al interior del movimiento peronista, el mismo emergía fortalecido hacia septiembre de 1973, cuando la fórmula Juan Domingo Perón e Isabel Perón obtuvo el 61, 85% de los votos (el mayor porcentaje de la historia política argentina); las posibilidades para concretar las propuestas educativas por parte de la izquierda peronista, parecían, después de tanto tiempo, palpables.
Si bien es cierto que la homologación efectuada por la RCE entre el pensamiento illichiano y el freiriano resultaba reduccionista, posiblemente responda a una convergencia a los ojos de la revista: la subestimación del discurso o el empleo de categorías científicas para fundamentar sus propuestas educativas. Más cercano un ideario político-educativo, los aspectos específicamente metodológicos o técnicos aparecían relegados. A su vez, tal homologación efectuada por la RCE quizás responda también al creciente acercamiento y articulación de sectores católicos con la izquierda peronista. En el ámbito educativo, las posturas de Illich y Freire (ambos proveniente del ámbito católico), oficiaban como punto de apoyo y fundamento de esta conjunción política-pedagógica.
En definitiva, si las revistas organizan a su público, también es cierto que se ven compelidas a registrar los movimientos y exigencias de la coyuntura (PETRA, 2010). A través de la reproducción del debate italiano, la RCE dialogaba críticamente con las propuestas y prácticas de transformación que circulaban por el campo pedagógico a inicios de los 1970. Pero lo hacía a través de un rodeo particular: impugnaba propuestas pedagógicas tercermunistas a través de exponer un debate europeo. Mientras el discurso tercermundista denunciaba la marca eurocéntrica de la teoría marxista, la RCE parecía objetar los contornos geográficos por los que deambula la crítica educativa vernácula. Como en otras ocasiones, la revista se posicionaba como instancia mediadora entre los debates pedagógicos europeos y el ámbito local. La introducción de este tipo de polémicas europeas, tal vez estaba movido por desacreditar la vanidad de aldea de corrientes críticas pedagógicas latinoamericanas o nacionales que subestimaban o tendían a desacreditar las contribuciones del viejo continente. El ejercicio de traducción (CORTÉS, 2015) efectuado por la RCE, colocaba en dialogo conceptos y polémicas en contextos (históricos pero también teóricos) que inicialmente le eran heterogéneos.; un trabajo capaz de disponer materiales extranjeros y volverlos fructíferos para dirimir una nueva realidad. Es interesante subrayar que la propia RCE recompiló y organizó el debate que contaba con posiciones publicadas tanto en temporalidades como en órganos diversos de la península italiana. Así la traducción en las páginas de la RCE se dirimía no en términos de pregonar una identidad o subordinación respecto a los debates de la izquierda pedagógica italiana; más bien, como un ejercicio de apertura que reclamaba el conocimiento de polémicas europeas para dirimir de mejor manera las propias.
De igual modo, este ejercicio de traducción, como ninguno, resultó neutral. Caja de resonancia del ámbito pedagógico, la RCE se mostraba atenta a los debates en curso pero también buscaba moldearlos. La polémica italiana exponía una discusión que tenía correlato en la escena política local pero la manera de ordenar y equilibrar tal debate, junto con el acompañamiento de otras contribuciones locales también críticas de la perspectiva illichiana, mostraba la inclinación político-teórica de la RCE. En otras palabras, la RCE se mostraba plural al abrir sus páginas a diversas posiciones político-pedagógicas, lo que le permitía acceder a un vasto público contestatario (peronistas y cristianos de izquierda, comunistas, maoístas, anarquistas, etc.) pero no renunciaba a modelar la discusión. La primigenia voluntad científica que animaba su nombre y fundaba su nacimiento, se hilvanaba con un enfoque crítico sobre los destinos educativos en una coyuntura particularmente abierta a la elaboración de propuestas político-pedagógicas y al debate sobre el papel de la escuela en la transformación social.
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SOBRE EL AUTOR
SEBASTIÁN GÓMEZ es Doctor en Educación – Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científica y Técnica (CONICET). Docente del Departamento de Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras – UBA.
E-mail: sebastianjorgegomez@gmail.com
Recibido en: 16.04.2020
Aceptado en: 17.05.2020
1 Ya el n° 7 (abril 1972), la RCE había divulgado las ideas de Illich a través de la publicación de un artículo de su autoría: El derrumbe de la escuela: ¿un problema o un síntoma?, p. 3-16, pero el número no polemizó con sus planteos. También el número 9 (mayo 1973) contaba con un largo artículo del chileno Tomas Vasconi (1973) que hilvanaba una crítica al sistema educativo desde el marxismo estructuralista francés con la propuesta illichiana.
2 La revista Cuadernos de Educación nació en 1969. Respondía al Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE) que había sido creado en Chile en 1964, en paralelo al comienzo de la presidencia de Eduardo Frei por la Democracia Cristiana (1964-1970) que intentó una ambiciosa reforma educativa durante su administración. La revista era un medio de sectores de la Iglesia Católica para intervenir en los debates educativos. Contó con tres series: profesores (1969-1970); enseñanza básica (1969-1973); Orientaciones (1971-1973).
3 Como se puede notar, la reproducción del debate por parte de la RCE alteró el orden cronológico del mismo: Rossanda debería haber figurado en segundo lugar y Attilio Monasta en tercero. Presumiblemente, el modo exponer la polémica por parte de la RCE, es decir, que la mismo sea cerrada por posiciones que aún divergentes, coincidían en críticas a la perspectiva desecolarizante, responda a la propia postura de la revista. Así, la vocación por pluralizar el debate no implicaba la renuncia a la toma de posición político-educativa en una discusión tan acuciante.
4 Una clara ilustración al respecto, resulta el documento “Memoriale di Yalta” que Togliatti escribió en forma de mermorándum para una reunión que mantendría en agosto de 1964 con miembros del PCUS. Sin embargo, una hemorragia cerebral condujo a su muerte en tierra comunista. El memorial, finalmente publicado en Rinascita (septiembre 1964) a iniciativa del nuevo Secretario del PCI (hasta 1972) Luigi Longo, reafirmaba la política de la autonomía y de la unidad en la diversidad.
5 En 1968 había publicado el ensayo L’anno degli studenti en que mostraba su adhesión al movimiento juvenil.
6 También desde las páginas del periódico del PCI, L’Unitá, se alzaron voces críticas: el 2 de febrero de 1973 Fernando Rotondo cuestionó las tesis del pedagogo austriaco porque la supuesta “muerte de la escuela” terminaba por favorecer la privatización del sistema educativo y anulaba cualquier tentativa de reforma progresiva; el 14 de agosto del mismo año, Giorgio Bini también impugnó las tesis illichianas apoyándose en los argumentos de Radice.
7 Ese mismo año, la editorial tradujo el libro de Everett Reimer, colaborador de Illich: La scola è morta.
8 En el n°9 la RCE, también entrevistó al Dr. Carlos Paldao, coordinador técnico del Plan de Educación Permanente a cargo de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) y de la Dirección Nacional de Educación del Adulto (DINEA) (p. 58-61). Paldao, Maestro Normal y Profesor en Letras de la Escuela Normal Mariano Acosta, se había especializado en enseñanza a distancia y realizado estudios de posgrado en las Universidades de Berkeley y Harvard.
9 Para la categoría izquierda peronista y su empleo historiográfico, ver: Caruso et al., 2017.
Movimento-Revista de Educação, Niterói, ano 7, n.12, p. 205-229, jan/mar. 2020.