Vol. 10 Núm. 21 (2023): Ensaios de Geografía
Río Daiya, Nikko, Tochigi, Japón, 14 de marzo de 2019.
Esta foto cuenta una historia y media.
De inmediato, retrata a un hombre en la inmensidad, mirando algo que no se ve. Obviamente, también retrata mi perspectiva y conversa con lo que me llevó hasta allí. Por mi parte, la historia no es muy diferente de todas las historias de amor y separación que conocemos: con el corazón roto me vi yendo a Japón a estudiar y con el corazón nuevamente roto me vi viajando a Nikko para descansar. Mientras mi actividad principal había sido aprender a hablar el idioma y leer una cultura extraña para mí, mi viaje a Nikko fue un intento de escape; quería encontrar un poco de silencio para escucharme.
Esta imagen fue entonces una de las primeras que me ocurrió en el viaje: un río mucho más grande que la mayoría de los que había visto — no había tenido la oportunidad de conocer los enormes ríos brasileños hasta entonces, teniendo en la memoria solo los pequeños arroyos del interior de Río de Janeiro —, pero transformado por la acción humana. Era una naturaleza preservada, pero domada. Como un enorme jardín construido allí. Mi mirada fue, naturalmente, contemplativa. Estaba intentando contemplar allí lo que no conseguía, en esa época, contemplar en mí: esa naturaleza bajo control.
Y en medio de toda esa naturaleza había una media historia más. Media porque no puedo contarla por completo, debido al hecho de que no la conozco. Sin embargo, allí estaba, materializada en un hombre que ocupaba una posición no muy común. El acceso no llegaba a ser complicado, pero tampoco era simple. Lo que más me llamó la atención, no obstante, era que él no miraba — o al menos no parecía mirar — de forma contemplativa hacia el río. Muy por el contrario, su mirada parecía enfocada, como quien buscaba u observaba algo. No sé ni puedo saber qué era ese algo; o qué hacía ese hombre allí en medio de la semana. Esa es la otra mitad de la historia.
Fue ante ese contraste, entre mi mirada contemplativa y la mirada concentrada del hombre, que se me ocurrió, sin pretensiones, tomar esta foto. Ese día tomé miles de fotos con esta cámara — incluso por primera vez —, pero esta es una que siempre recuerdo. Me recuerda un poco que, a veces, cuando miro el mundo buscando algo, puedo encontrar otra forma de mirar también.
Canon SX 430IS. Lente 4.3 - 193.5mm
Daniel Henrique Bernar Freitas
Profesor de Física para Jóvenes y Adultos
Contacto: daniel.hbfreitas@gmail.com